Be punk, my girl
Imagen tomada de http://shadowness.com/ Children of the revolution
Para Nelson Quinteiro y las chicas de Femme Fatale, que nos regalaron al público del Teatro Rosalía de Castro un espectáculo maravilloso: "As nenas perdidas"
Perdidas son algunas llamadas, algunas vidas, algún esbozo arrugado en el bolsillo de posibilidades. Para perderse antes hay que encontrar, y también al revés. Como para escuchar y callar, para tomar la voz y articular autobiografías, antes hay que haber habitado las tormentas. Es un equilibrio difícil. Como lo es el no tener miedo al abrir los baúles del desván y eso que antes hay que subir las escaleras a oscuras. Baúles con cuadernos sin estrenar y con libros escolares ya inútiles, con los camisones que se convierten en trajes de noche y con el tiempo abrazado a la fantasía. Con las horas que, armadas de espadas de madera y vocabularios imposibles, arrinconan los relojes y la oscuridad, castigándolos al viejo cuarto de las escobas. Y querer seguir jugando, con otras reglas, con otros equipos, es el pequeño futuro. Y para eso, claro, hay que salir de Kensington Gardens, hay que haberse asomado a muchas madrigueras y tomado muchos tés con un Sombrerero Loco. Incluso, y ya si alguien me apura, haberle dado un buen corte de mangas al lobo y decirle que que le den y que espere sentado en el bosque. Que tú eso de ir derechita a casa de la abuelita y un huevo, que pasarás a decir "hola" pero que luego te vas con tus colegas. Por ejemplo. O a donde te salga de la línea de flotación.
Es verdad: Barrie se pudo olvidar de las Niñas Perdidas cuando diseñó ese permanente día de la Marmota que es Nunca Jamás. A Wendy, previa conciliación laboral, se le adjudicó el papel de sufridora en casa. Y se perdió lo mejor : decidir. Porque para volar (a Nunca Jamás, a París, o, insisto, a donde te salga de la línea de flotación) tienes que haber tenido muchos aterrizajes forzosos. Y volver la vista atrás, a ese camino de baldosas amarillas y ponerle un "post-it" de mapas y brújulas para, acto seguido, mirar hacia adelante. Y diseñar, por ti misma, las reglas de tu propio juego que durarán lo que tú quieras que duren. Peter Pan, que en el fondo era un "Ni-Ni" que quería que se lo tuviesen todo hecho y que le den más que al lobo, solo sabía el camino de ida. Las Niñas Perdidas están de ida, de vuelta y de lo que les dé la realísima: para aprender hay que ser curioso y para eso hay que estar en el mundo, en el propio y en el de los demás, en el que puedes ser karateka, antidisturbios o física nuclear, madre y amiga, hija y hermana. Y punk, coño. Lo que tú quieras. Con tu equipaje de sueños y vida, con una buena botella de tequila o Coca-Cola Light, con tus kilos, con tus huesos, con tu voz cascada y con tu tabaco o tu yoga. Con remiendos en el alma y sonrisa en el espejo. Y seguir siendo una niña que se pierde porque quiere, que encuentra muchas cosas y que habite aún en el desconcierto. Ese que hace que la infancia nos fascine. Tanto como para dejarla atrás y llevarla a la vez de maleta. Porque como dijo alguien alguna vez, hay que ser tierno y a la vez subversivo. Vivan las contradicciones. Be punk, my girl.
O espectáculo "As nenas perdidas" da compañía Femme Fatale estreouse o pasado sábado, 29 de outobro, no Teatro Rosalía de Castro na Coruña, como colofón do Festival Galego de Cabaré.
Entendo como as cousas perdidas da alma aquelas que imos metendo na mochila e que nos van pesando cada vez máis. Os nenos teñen a capacidade de queimalas moi rápido e deixalas marchar de verdade, para vivir o momento.
Bicos
Ay, tener «remiendos en el alma y sonrisa en el espejo», qué difícil y qué fácil conforme tenemos más edad.