Conjuntos disjuntos
Roberto Begnini en La vita é bella (imagen tomada de senagroquindio.blogspot.com)
Lleva una varios días pensando si Vigalondo se equivocó. No con lo que dijo que, parece obvio, era un chiste de patio de cole que nunca debió de salir, o al menos de ese modo, de una imposible intimidad twittera. Me recuerda a la Reina de Corazones de Alicia, que era una parodia en sí misma, pidiendo la cabeza de todos…¿estoy hablando de Vigalondo o del periódico que, hasta que se produjo el "incidente" lo tenía como imagen y creador de una campaña de promoción de nuevos contenidos? ¿O es más difícil matar a un fantasma que a una realidad como aseguraba la escritora Virginia?
Todos hemos leído ya las consecuencias que determinadas actitudes o manifestaciones plasmadas en redes sociales han tenido en el carisma de algunos personajes más o menos conocidos. A mí me puede importar medio huevo saber si Bisbal es listo como un allo o que sea un zote de mil pares de narices: eso posiblemente no cambie mis ansias de Nocilla, producto del que es imagen. A la hora de la verdad, Vigalondo no fue consciente de que su Twitter ya no era su Twitter, del mismo modo que un comentario en algún blog puede encumbrarte o llevarte a la ruina. Y esto nos lleva a la autocensura, a la contextualización o no del humor y de los límites que ciertas cosas deben o no tener, amén de reflexionar sobre si el medio es el mensaje (leche,cacao, avellanas y azúcar me parece un emblema precioso para una vida) y si el feirón global de las redes sociales tiene una netiquette libre o propiciada por la pailanada mental que hace que todo nos acojone y que no podamos decir que una rosa es una rosa sin que los herederos de Gertrude Stein te denuncien por plagio y la Asociación de Claveles Españoles proteste por discriminación.
Por supuesto que hay páginas dolorosas en la historia y personas que la han sufrido. Pero una tiene la sensación de que vivimos en un mundo en el que algunos colectivos viven con el hacha levantada exhibiendo la bandera de la posible ofensa, aprovechando también cierto grado de tolerancia a favor del demandante por parte de los medios (a ver quien es el guapo que dice que el chiste de Vigalondo es gracioso). El medio es el mensaje, claro que sí y el contexto es el que lo construye. Aquellas ingenuas matemáticas que aprendíamos en parvulitos vienen al pelo: los conjuntos disjuntos, los diagramas de Venn, la unión, la intersección. Mezclar humor con lo grave y hacerlo con éxito es signo de genialidad, pero también tiene que darse la tormenta perfecta entre la intersección de públicos y momentos. Y que la mayoría comprendan el punto de partida y comulguen con él, teniendo en cuenta lo malintencionado que puede ser un retweet o, como decía la defensora del lector del periódico en cuestion, el mensaje "una vez lanzado, vuela libre y crece y se transforma, sin que el emisor pueda ya controlarlo" (sic). Lo que es absurdo es pretender que ese empático momento perfecto, ese punto de partida suceda con más de mil seguidores en una red social, con ese componente de wiki colaborativo, malintencionado en ocasiones, insisto, que tiene. A no ser, claro está, que sean fans fatales como los de Ashton y Demi y traguen hasta con delirantes intercambios de tweets sobre cuestiones domésticas. Pero claro, es que ellos no hablan de según qué cosas. Quizás fuese bueno que algunos referentes nos quedasen ya un poquito lejos…incluso más allá de las fronteras que pretenden imponernos algunos.
Es evidente que el medio es el mensaje: Este artículo es infinitamente más hermoso que el mindundi tema sobre el que trata.
Até agora mesmo, non sabía eu de Vigalondo ningún. Pensei que facías un chiste Vigalondo/Gabilondo, pero vexo que o pavo existe.
Quizais lle veña ben algo de sal de froitas para o regreso.
Bicos