Anchoas y Tigretones

Cosas de niños y niñas

Wax Crayons In Primary Colours

«Wax crayons in primary colors»–image by stockarch Licencia creative commons by- 3.0-unported license

Nada nos prepara para la vida. Quizá, porque como decía un Beatle, es lo que te sucede mientras la planeas. No sabemos cuándo, ni cómo ni de qué  modo va a empezar esa «segunda parte», ese «futuro» desdibujado, y para estar preparados, escribimos listas, dibujamos rayas en nuestros cuadernos, marcamos calendarios y  vacaciones, «el año que viene», «a partir del lunes», «al acabar los exámenes», «después de casarnos». Todas esas marcas en el tiempo, que son rayaduras en un charco y nada más, todo es un intento de escribir sortilegios, de hacer un colchón cobarde ante el futuro, de pensar que  fabricar un anorak de excusas valiosas nos sirve para conjurar el posible vacío, el abismo de la incertidumbre, la vocación de desconocimiento que tienen nuestros futuros. Sí, los martes siguen a los lunes, las resacas a las copas y el tabaco nocturno, la decepción al amor desbocado e irreal, el desaliento a las ilusiones. No hay matemáticas perfectas en la vida humana más que las creadas para combatir el escepticismo con el que venimos de fábrica. El orden nos ayuda, la falta de imaginación nos desalienta. Somos complicados.

No hay preparación alguna para encarar el dolor del que amas. En ningún aspecto. Es la impotencia nivel experto. Sobre todo cuando no te queda otra que  coger la carita de tu hijo y preguntarle al fin qué es lo que está pasando. Y tiras de un hilo del que penden codazos y empujones, tirones de pelo y acorralamientos en las escaleras del cole. Soledades en los recreos, alivios inesperados al poder faltar a clase.  Y empiezas a entender aquellos ojos tan abiertos en la noche, aquel miedo visceral a las mañanas. Ahí sí que había plan y matemática, o quizás no, porque la dinámica del que acosa es que siempre va a más, a jugar con el progresivo desvalimiento, con el sollozo y el refrendo del coro de cobardes. Y lo que es aislado  se hace crónico, empezando a exhibir sofisticadas dosis de maldad. Y un círculo indiferente alrededor, que es lo que más duele.  Los que se dan la vuelta para no ver. Los que bajo la etiqueta de «cosas de niños» siguen dando cansinos paseos por el patio. No crean que me la cojo con papel de fumar : distingo entre lo que pueden ser chiquilladas y lo que es acoso. Nos hemos peleado y abroncado, hemos sentido una mezcla de inquietud y acojone cuando nos han cambiado de clase. Y aprendes a defenderte, generalmente con las mismas reglas: devolviendo insultos, gritando más, acotando territorio.  No sé si es una forma de perder otros dientes de leche. Pero es violencia también. Y no es mejor el que consigue que lo olviden y que vayan a por otro: simplemente sobrevive mejor. Porque sí, hay muchos niños, muchas niñas que aguantan porque optan por atrincherarse, por desear que pase el tiempo cuanto antes. Que se olviden. Y que me dejen. El problema es cuando no lo hacen, cuando no te olvidan y no entiendes, sobre todo, qué hay de malo en ti, qué de ridículo si en tu casa te quieren y miman, si tus padres te han cuidado y notas el amor. Y la pequeña dignidad se hace diminuta, casi imperceptible. Y sí, ya sé que la vida es dura y blablabla, que me estoy poniendo catequista y  que hay cosas mucho peores y qué hago yo hablando de lo que no sé. Bueno, en este caso sé lo que me han contado varios amigos sobre sus hijos y los hijos de otros esta semana. Y cada vez estoy más convencida de que la educación se está haciendo a la inversa: infantilizamos lo innecesario- patéticos universitarios que van con sus padres a hacer trámites de matrícula-, y  damos carta de indiferencia adulta a aquello que sí debe ser protegido. Que toda la vida haya habido macarras de pasillo no legitima esa figura.  Y no me voy a poner gatopardiana porque sí creo que hay cosas que se pueden cambiar.

Es muy grandilocuente poner etiquetas a la violencia escolar, quizás  porque pone a la escuela más a tiro aún de todos aquellos que intentan cargársela como lo que es: el espacio de crecimiento en libertad, de aprendizaje, de madrugones, de recreos y de deberes, de respetos y horarios,de horrorosas e incomprensibles leyes de la física, de hermosos poemas machadianos. Y de niños, niñas, de profesores y maestras que, sabiendo que esto no es perfecto ni nunca lo será, hagan todo lo posible porque el futuro pase por las aulas. Un futuro del que no podemos protegernos porque no lo conocemos, pero del que sabremos más si nuestra convivencia es libre.  A lo mejor es el momento de mirar a nuestro alrededor y ver qué es lo que está pasando. Y que dejemos de hacer  planes, porque la vida está aquí, mancha y duele. Pero también da alegrías, la muy jodía.

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4 pensamientos en “Cosas de niños y niñas

  1. 1.- «Somos seres discontinuos, individuos que morimos aisladamente en una aventura ininteligible, pero tenemos la nostalgia de la continuidad perdida. Llevamos mal la situación que nos clava en la individualidad del azar, en la individualidad caduca que somos.»
    Georges Bataille, un poco bibliotecario.

    2.- «Poco podemos hacer por los demás. Acompañamos al joven con simpatía, y con múltiples y antiguos dichos de los sabios, hasta la puerta de la arena, pero lo cierto es que resistirá o caerá no por nuestra fuerza, o por los antiguos dichos, sino sólo por su propia fuerza, desconocida para nosotros. Lo que un hombre conquista en cualquier paso es un profundo secreto para los demás seres del mundo, y sólo le sobreviene lo bueno cuando nos da la espalda a nosotros y a todos los hombres y extrae algo de su sabiduría privada. Lo que tenemos que decir de la vida, por tanto, es descripción o, si lo preferís, celebración, antes que reglas aplicables.»
    Ralph Waldo Emerson, pastor.

  2. Jo….k’ xulo el principio d tu entrada (¿cómo llevamos -aún- el niño q una vez fuimos?) y q’ puerta tan siniestra, sórdida y miserable se entreve cdo escribes dl acoso. Soy profe d instituto……ufff….no t puedes imaginar lo q he tenido q ver stos últimos 10-15 años 😦 Enhorabuena por la entrada

  3. Susana en dijo:

    Muchas gracias, ex-presidenta de Clan

  4. Este tema tócame moi de cerca, é moi dificil protexer á acosada ou acosado. A violencia ten montóns de disfraces en caras anxelicais cando a súa mamá lle dá a coemr o bollycao

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