Verano, Pavese
Un blog es un cuaderno de notas, una colección de post-it, un recordatorio de esbozos. Un blog no lleva a ninguna parte, es una pieza de esas listas que elaboro sin parar, de esos puzzles que siempre quiero tener completos pero que, en realidad, como más me gustan es con todas sus piezas desperdigadas, mezcladas y atónitas, tan ajenas ya a la armonía. Leo por ahí que el verano es momento de lecturas. Para algunos, leer en vacaciones es abrir la puerta a las pequeñas perversiones que apetecen, ese best-seller que te llevas de la biblioteca casi disculpándote, ese novelón romántico, ese pulp de detectives y crímenes sanguinolentos de la que no puedes desprenderte ni para echarte bronceador. No es mi caso. Leo más o menos lo mismo, me da igual que sea en la playa o en los viajes cotidianos al Parque Temático. Pero a mí, más que hacer tipologías de lecturas, es pensar en las novelas que son y se desarrollan en verano, que lo llevan en el título, en el germen de la escritura. Verano es siempre en el sur de Twain y algo en Capote, un poco en Eudora Welty, lo es también en la Sudáfrica de Coetzee, en la California alucinada de Hunter S. Thompson, en fin. Y verano, aunque solamente sea por coincidencia estadística es Pavese.
Escribí una vez sobre esos veranos que cambian la vida para siempre, a propósito de Erri de Luca. Pavese es la melancolía infinita del no verano, ese recuerdo inaplazable de un momento que podemos haber vivido como en un sueño. Seamos la provinciana Ginia, con su rutina silenciosa de comidas y trabajos a media jornada, con su silencioso hermano, con una vida asomada a la ventana. Y avanzaremos en la firme creencia de que sucederá algo lejos de los paseos por la plaza ida y vuelta, ese fogonazo indeterminado que etiquetará nuestra vida como tal: he vivido. Lejos de esos horarios repetidos, de la cantilena infantil de los días de la semana sin parar, Ginia conoce, como en un soplo, que hay mujeres diferentes, que hay amores a lo pobre y bohemio, que todo se fundamenta en un verano que pasa, ha pasado ya y quizás no vuelva. Porque como cuando avanzamos en nuestra audacia perdemos ese punto tan tierno y dramático de la infancia a medio crecer. Y queremos amar tanto y vivir tanto que nuestra expectativa de verano futuro hay que bebérsela de golpe, hay que fumársela, hay que follársela. No queda otra. Y todo para saber que después del sexo, después del alcohol y de los pitillos, después de verte reflejada en el deseo de un hombre que te contempla desnuda, ya no habrá más verano. Porque todo lo iniciático se ha ido. Y vuelve la nieve que antes era lejana. Qué ganas tiene una al leer estas cosas de escuchar la voz de Montand y recordar «Le temp des cerises». POrque como algún verano, como ese verano que pasó entre nieblas de cigarros, no habrá otro. Y siempre nos quedará el remordimiento de no haberlo saboreado como se merecía.
Y Pavese nos lo cuenta a medio contar, nos hace estremecernos en la soledad compartida de Ginia, en su constante invierno. Y ese «bello verano» se aleja en la memoria del lector. Quizás porque nunca ha existido.
Pavese, Cesare El bello verano Cátedra, 2008 Edición de Manuel Carrera y traducción de Carmen García Lecha.
Música para escuchar en verano: La que diariamente me regalan en el blog Ten songs .
P,D Si han llegado hasta aquí es fantástico, porque quiere decir que se llevan una buena recomendación musical y que no me han mandado al cuerno por no haber hablado de suicidas ejemplares ni de que venga la muerte y tenga unos ojos determinados. Ya les vale, yo nunca haría eso.
Thank you, Scarlett.
You’re welcome, Theodore. May I call you Ted? 😉
Jajaja, gracias por no meternos miedo suicida en el cuerpo. Buen veranooooo a ti y a todas las anchoas y tigretones (verano literario y vital o como sea, pero verano). El verano es el paraíso, aunq sea aburrido y a veces insoportable por el calor… gracias a ti por seguir escribiendo, aunq yo dudo q este blog-puzzle no lleve a ninguna parte… bs 🙂
Es muy de agradecer esa fe en que esto vaya a algún sitio, pero no me planteo ni más ni menos que seguir haciéndolo mientras me preste: si sale algo más, te lo haré saber, no lo dudes 🙂 Por lo demás: felices vacaciones, mucha alegría y que el letargo sea lo más placentero posible. Abrazos y gracias por venir por aquí.