En un cuaderno Moleskine (29) : the loneliest planet
Después de mucho tiempo sin tener una línea cercana, abro el cuaderno y leo una entrada con notas para una teoría sobre la soledad:
Posiblemente, y con muchas reservas, la soledad forma parte de un aprendizaje. Eres otra el día que comprendes lo importante que es aprender a hacer lazadas por ti misma, deshacerlas, escuchar el silencio o tu respiración, tan acompasada como si fuese ajena. Es verdad que nacemos y morimos solos, lo que está alrededor es pura comparsa, no traes nada ni nada te llevas. Pero en el medio vas haciendo tu equipaje de sombras, tus momentos de encontrar vacía la nevera, los pánicos por saltarte un ceda al paso y recibir esa pitada larga y duradera, humillante y que te crispa, la que hace que necesites un abrazo al abrir la puerta de casa. Tus llaves cuelgan en la cerradura, no puedes olvidártelas porque nadie habrá que te lo recuerde. No conversas sobre lo cotidiano tomando el postre, tampoco te saturas de nada. Aprendes a comprar para uno, a conjugar en singular, a no pedir silencio. Eres una unidad perfecta. Eres, esa palabra que ahora da tanto miedo, independiente. Aunque aceptes, como es natural, que tus escrituras han de ser solitarias, que tus fines de semana son tan compartidos y cálidos como las sábanas que enredas en compañía, como la necesaria convivencia con las oficinas y sus habitantes, con los pobladores de tu pasado, con las mochilas que llevas cuajadas de amigos y que son ellas, al fin, las que te sostienen. Bagajes y resortes, en los que buscas de forma compulsiva una receta que te ayude a explicarte quién y cómo eres, si eres un non o un primus inter pares, en fin piensas sobre todo esto y retrocedes hacia lo que tú pensabas que era vivir con un único plato a la mesa.
Me extrañaba la soledad de los personajes de dibujos animados, de algunos de los tebeos. Sentía mucha lástima por Mr. Magoo y por Rompetechos, me extrañaba que Mortadelo no se rebelase nunca, que la pequeña de las hermanas Gilda no se fuese de vinos con otras amigas, que Carpanta sufriese tanto (este era el peor) en esa mueca desencantada y para adentro que luego encontré en el Plácido de Berlanga. Hambre, soledad, personajes que se perseguían con bazookas y hormigoneras, que se rompían en pedazos y que quedaban como el papel al ser atropellados. Las ciudades eran chimeneas con humo a lo lejos. Nada más. Un puro esquema. Ahora, es curioso, los veo como lo más moderno del mundo, los más coherentes, los que son capaces de sobrevivir y tirar hacia adelante sin aferrarse a un falso papel que define estados, sin besar mentiras ni tampoco apartar posibilidades, simplemente viviendo. Algunos, claro, con más dificultades que otros. Rompetechos se hostiaba muchísimo y eso no estaba bien. Pero todo daba igual porque eran, al fin y al cabo, ellos mismos. Es aterradora la necesidad de fundamentarse en otro como la única forma de felicidad posible. Lo es también el cinismo de la misantropía y de la puerta cerrada. Pero la pareja, por hablar de una de las posibles formas de convivencia, es un nudo de contradicciones y de seres que han de evolucionar juntos por cojones, porque sí, porque no queda otra, porque ya te has metido en casa y si te vas, qué pereza hace maletas y desestimarte. Y, sobre todo, qué miedo a ver la pared de enfrente. O, quizás, porque el amor es en el fondo un salvavidas que adopta más de un millón de formas, muchas de ellas desconocidas hasta que las vives. Y por eso mola tanto y eres tan sumamente feliz cuando lo tienes. Lo que no implica, necesariamente, compartir rutina de lavadoras y de compras de fin de semana.
Cuando veía aquellos apartamentos esquemáticos de los dibujos animados- ¿por qué siempre que corrían por un pasillo había un mueble solitario con un jarrón que pasaba una y otra vez, como si no nos diésemos cuenta?-imaginaba la tristeza de vivir así cuando no lo buscas. La soledad impuesta por la vida o por su ausencia, por algún desconcierto inesperado, por la pobreza que, es cierto, hace que el amor salte por la ventana. Hacia tu vida, a la hora de la verdad, vas más sola que nadie. Y claro que tiene razón my charming man: earth is the loneliest planet. (Nota: Me encanta que salga Pamela Anderson en el vídeo, porque como dice Minimoon Bibliotecario Yeyé: «las neumáticas también tienen derechos y Morrissey lo sabe». Pues eso.
Escribes y abres puertas, sugieres aromas, sensaciones, remueves recuerdos, presencias. Inspiro y vuelvo a leer, esta vez más despacio.
Ás veces só se nos ocorre hostiarnos para sentirnos. Amarrámonos ás hostias.
Bicos!
O resto é comparsa…
Gustoume todo !.
los dibujos animados y los tebeos como referencia y guía no contaminada de sensaciones… otro acierto más