Anchoas y Tigretones

Te grabé una cinta

Tdkc60cassette

Cinta TDK. Imagen tomada de Wikimedia Commons

Siempre habían sido el mejor de los regalos. No, no necesito aquellas cajas tan exquisitas con todos los compacts apilados, con todas las remasterizaciones del mundo, con certificados de legítima unicidad. Puedo contener mi fetichismo. No. Lo que más me han gustado siempre son las cintas que me habéis grabado a lo largo de los años. Las primeras, con los Beatles y los Dire Straits, alguna de los Rolling,o Traffic, Dylan o Neil Young ya ni me acuerdo. Siempre había alguien un poco mayor que tú que quería hacer de catequista. Tuve, claro, los bolsillos afilados de ser una niña sin paga dominguera, con ahorros escasos para saciar literaturas, y todo aquello me llevaba a la música enlatada, a la benevolencia de amigas con hermanos mayores que consumían vinilos y eran admirados poseedores de dobles pletinas y, a veces,con estudiada displicencia, te alargaban la cinta (ojalá fuese de 90 minutos) con la distante mirada del profesor entarimado. Estallaban los gustos musicales que alimentabas con radios y rezando porque volviesen a poner «aquella canción» que tanto te molaba. Comprabas tus cintas  vírgenes-siempre me hizo gracia llamarlas así-y las entregabas, aguardando que te devolviesen guitarrazos ajustados, algo que pudieses llevar ya, con tu adolescencia de carpeta y pegatina, en los primeros walkman que existieron, una forma ochentera del Nunca Jamás del aislamiento. Yo y mis walkman, los «cascos» como los llamaban nuestras madres, con miedo y rezongando un poco. Quizás nuestras madres habían visto muchas veces la Naranja Mecánica y nosotros no lo sabíamos, esa era la duda.  Rebobinar para chapurrear imposibles e inexistentes palabras en inglés, buscar el boli Bic para darle la vuelta, el terror de que alguna se rompiese.  Y acumularlas en mochilas de instituto y BUPs, cambiarlas, prestarlas y, sobre todo, que te las regalasen. Que las hiciesen para ti. Y yo pasaba horas escuchando todo aquello, recorriendo con los ojos las cajitas apiladas en el estante, observando las distintas caligrafías que poblaban los nombres de las canciones. Una de mis favoritas, con The Queen is Dead de Los Smiths, la letra redondita y grande de una buena amiga.  Y una de The Cure con las letras sangrando, otra de la Velvet Underground  que imitaba  (hay que tenerlos cuadrados) la portada de Warhol (me parto, lo juro).  Otra de Oasis adornada de margaritas en los puntos de las íes y en otras letras (los hermanos Gallagher nos hostiarían fijo).  Aquella de La Mode por un lado y Radio Futura por el otro ( y que la madre de una amiga llamaba «la cinta de la enfermera» porque tenía, claro, «Enfermera de noche» en la cara A y la poníamos hasta el infinito) . Mi madre, por cierto, llevaba algunas de Mari Trini en el coche.  Cómo me gustaba cantar a mí, con la nariz pegada al cristal, «Yo no soy esa que tú te creías, una señorita, tranquila y sencilla». Toma ya.

Y podría seguir, pero no es todo esto de lo que yo quería hablar hoy. Y sí, están los compacts y los Spotifys, las listas creadas para tal cosa y tal otra, y todo lo que queráis. Hay muchos amigos que llevan años regalándome cintas de otro tipo. Creando playlists de muy larga duración  en forma de buenos consejos, mejores escuchas, alguna que otra puntualización.  Regalando tiempo. Y creo que es verdad lo que dice Fran Lara aquí y, espero que no le importe que yo tome prestadas sus palabras, al menos, las primeras: «Hay personas sin las que no podría vivir».  Y es cierto. Más que las canciones, ellas sí son la banda sonora de tu vida. Los grandes éxitos o los greatest hits. En este caso, lo que quieres y también lo que necesitas. Y que no te falten y sigan grabándote cintas muchos años.

(Y escuchad el enlace que he marcado. Yo creo que me lo agradeceréis).

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14 pensamientos en “Te grabé una cinta

  1. Kaia en dijo:

    Maravilloso, loiriña. Y además, como siempre hago con los buenos consejos de mis mayores, te haré caso y escucharé el enlace mientras sigo empaquetando mi vida.

  2. Dídac Margaix en dijo:

    Recuerdo una antigua pareja que me relagaba cintas. Sólo esa persona lo ha hecho. Luego (cuando ya no eramos pareja) paso a CDs y finalmente a ficheros en la nube. Maritrini y otras damas de la canción española entraron en mi vida por las cintas de casset (en mi casa no había tocadiscos) que tenía mi hermana mayor.

    Hoy todo es más fácil, o más complicado, pero regalar música o su selección sigue siendo un acto de generosidad, de abrir tu corazón hacia otra persona. Es casi como regalar un poema.

    Desde hace algún tiempo intento pasar aquellas cintas al iPod, pero requiere bastante trabajo, casi tanto como cuadrar los tiempos para que las canciones ocuparan los 30 minutos de una cara de la cinta de 60.

  3. Rob Fleming (o Gordon, según las versiones) el protagonista de «Alta fidelidad» lo dice muy clarito: «grababas una cinta para la chica de la que estabas enamorado. Fue y es así.» A mí acaban de recordarme esa cita, lo que también es un acto de cariño.
    Cambian los soportes, pero no las intenciones. Me regalaron una lista en Spotify por mi cumpleaños que es uno de mis tesoros más preciados: 67 canciones para 1967. ¿Hay algo más jodidamente hermoso?

  4. En la época pre-Internet, la única música al alcance fácil del oído era o los «Cuarenta principales» (llamados por nosotros «cuarenta criminales») o los vídeos musicales del momento. O sea, la música que nos querían vender, casi toda ella bastante mala, pop blandengue tipo «new wave» o, cada vez más, música latina (argh!).

    Fueron amigos mayores y/o que sabían más que nosotros los que nos educaron musicalmente haciendo una selección de lo mejor, pasándonos «cintas» de rock clásico. Las de 90 (minutos) eran más apreciadas porque normalmente cabían dos elepés enteritos, o uno doble. Tenían varias ventajas sobre los vinilos: ocupaban menos espacio, cabía en ellas más música, no tenías que cambiarle la «cara» como en el disco, y eran más baratas. También eran fácilmente pirateables, sobre todo a partir de mediados de los ochenta, cuando se popularizaron las grabadoras con doble pletina.

    Los vinilos eran caros y, a no ser que tuvieses un equipo muy bueno con una aguja en perfectísimo estado, en los momentos de silencio podías escuchar el chisporroteo de huevos friéndose en una sartén con mucho aceite.

    • Y a mí que me encantaba el sonido a «huevos fritos» de los vinilos…A mí, lo que me gustaba de las cintas frente a los vinilos, frente a todo producto hecho, era que las personalizaban para ti. Tengo una cinta, tendría que buscarla, que me grabó un amigo en 1989, año final de la carrera, con una lista de canciones que contenían mi nombre o nombres parecidos a Lorena. Ahí nació mi amor por Otis Redding y su «Sweet Lorraine» 🙂

  5. Honorio en dijo:

    Jo, y yo te debo una cinta (vale, un CD) que tengo grabado para un cumple tuyo que coincidía con el nº de RPM de unos discos de vinilo…

    Cualquier día de estos voy y le imprimo una carátula y te lo doy.

  6. Pero qué blog tan maravilloso… y leyendo, leyendo, me veo en la sidebar, y pienso joé qué suerte! Viva pero que viva la república de los blogs 🙂

    • Señora María Ptqk, que usted pase por aquí es un honor y un privilegio. ¡Qué alegría! Y sí, que viva la república independiente de los blogs. No dejemos que decaiga frente a la lectura en diagonal que propician otras redes sociales. Un placer absoluto su blog y su activismo. ¡La adoramos!

  7. Es q no sé si es correcto hacer comentarios d una entrada dl año pasado; ya me dices tú y yo hago caso q soy muy pudoroso y ciberdisciplinado 🙂 ; lástima q el enlace q pones ha caído… el plástico de los cassettes, los klók-púm d las puertas de los radioCDs y el tlás del stop…… el buscar una canción por delante o por detrás -qué lío- esperando a ojímetro en ese bissssssss q a veces hacía vibrar un poco el cacharro….. sí: el mundo sabía, olía y cantaba de otra manera…… nosotros hemos crecido en él; ahora, por muchas vueltas q le demos….directamente, nos hemos vuelto locooooooooooossssssssssssssssssssssssssssssssssssssss………………….

    • ¡Pero claro que se puede comentar, por supuesto! Bueno, yo no sé si cualquier tiempo pasado fue mejor, tampoco me gusta demasiado caer en ser abuela cebolleta. Me gustaba muchísimo recibir cintas de regalo, personalizadas, eran el mejor de los regalos…Gracias por pasar por aquí.

      • jaja,,, de a. cebolleta ná de ná… oye, me voy en unos días de vacas y…. quería saber si tenías escrito algo aparte d este deliciosíssssimo blog -q ya es bastante, lo sé- (algún libro d relatos, poemas, novela o novelón, no sé….)….. para buscarlo y llevármelo conmigo…. bs

      • Pues no…de momento no tengo nada publicado. Creo que soy bloguera de vocación y en esto me quedaré 🙂 Gracias por tu interés, Xavi y felices vacaciones.

  8. Pingback: Aznavour | Anchoas y Tigretones

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