Anchoas y Tigretones

Archivo para el día “junio 13, 2012”

En un cuaderno Moleskine (21) : territorios

 
Quizás la única manera de llamar su atención era escribirle un cuento. O algo semejante. La verdad, ya se conocían todos los recursos, las trampas, el cajón de guardar los lugares comunes. Pero luego era todo distinto: él siempre la sorprendía llevándola de copiloto, sobrevolando países de viñetas y melodías. Ella diseñaba laberintos y tendía un hilo de Ariadna, conduciéndole por senderos que, como en la novela, se bifurcaban y tenían un castillo. Y recorrían Samarkanda y Katmandú, el mundo artificial de robots plateados y enormes, armas blancas y verbales. La ficción y los vinilos. Y una cinta métrica que se comía los kilómetros que, entre ellos, eran un cielo protector, un mar pletórico de sargazos, una distancia que se salvaba en el mapa con un dedo en diagonal, que computaba el lugar de la memoria. De vez en cuando, pero solo de vez en cuando, como intentando un nuevo juego de mesa, uno de los dos arrugaba un poco las esquinas del mapa que usaban  como mantel para, inconscientemente, acercarse.Y se quedaban los dos así unos segundos, perdidos en un abrazo de melancolías infinitas, separados por un ajedrez sin peones ni tablero.
Y, a veces, pero solo a veces también, uno de los dos retrocedía, solo para dejar avanzar al otro. Y volvían a los robots y la semiótica, a la tinta enredada y a jugar a leerse los silencios.
Todo esto lo escribió ella de un tirón, una noche en que le echaba más de menos que de costumbre. Y le pidió que pusiese un párrafo que no fuese un final. Y él, asomándose a la ventana de estas letras, absorbiendo el sol de una pantalla, escribió…

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