Anchoas y Tigretones

Archivo para el día “abril 30, 2012”

Huidas y decepciones

 

A veces  una quiere aprender a decepcionarse. No hay libro de instrucciones y se puede sustituir por cierto grado de estoicismo, de estrategia de samurai, de chico más popular del instituto al que, de repente, un buen día le parten la cara delante de su novia, dejando hechos harapos dignidad y jersey de tío buenísimo a partes iguales.  No sé si es exactamente este el signo de mis tiempos, que son, a la hora de la verdad, los que cuentan: los que yo enumero, los que hilvano  día tras día, arrastrando una lógica de ascensores y turnos de supermercado. De miradas hoscas y charcos en el suelo.  Creo que me he instalado en un espacio donde, cada vez más a menudo, tengo esa nostalgia de la huida que no he realizado. Donde asumo mi marcianismo y pienso en Bartleby (nota mental: ¿cúantas veces ha salido ya en el blog Bartleby? ¿Tendré que pagar? No sé, bueno, luego lo veo).  El hastío es muchas veces el modo de agachar la cabeza y anestesiar el ánimo .  Es muy difícil la poesía después de Auschwitz, el hedonismo ante la oficina del INEM, la valentía ante una estrategia informativa que propicia que vivamos plenamente acojonados y santiguándonos porque las tormentas,simplemente, nos rozan. O no.

Y escribes otra vez, aunque medio dormida y a medio gas. Y leyendo cosas de otros recuerdas a Margo Channing, a Eva Harrington, a la ansiedad de la influencia (oh, Harold Bloom), a las malas fotocopias, a las fotografías con buena resolución, a los modelos originales, a los pastiches, en fin, a todo lo que puede conformar el haz y el envés. Y te preguntas sobre el destino de algunos lenguajes contenidos, de toda la falsa idolatría de las mal llamadas redes sociales, del zapeo constante de titulares y la necesidad del beneplácito popular. O populista. Y eso aún te tranquiliza menos.

Y yo, que he empezado hablando en primera persona, y que luego me he escondido tras algo mucho más convencional, también recuerdo a quien escribió hace muy poco tiempo sobre esto y reivindicaba el aislamiento como forma de supervivencia.  Y vuelvo otra vez a tener nostalgia, esta vez de lo mucho que me quedó por decir y escuchar.  Me gustaría tener una radiografía de la piel que se nos atascó, de todos tus idiomas que no llegué a comprender, de las ganas que llegaste, eso sí, a regalarme.  Y poder hablar de nuevo de las normas de etiqueta, del extraño protocolo del aburrimiento y el desencanto.

Y en medio de todos estos papeles y estas cursivas despiadadas, de estos teclados con y sin tildes, de un mes que casi comienza, de un mal, muy mal aniversario, habrá que esperar al viernes para que, aún encima y como dice una buena amiga, agachar la cabeza, ir al rincón y aceptar el castigo:  Soraya nos reñirá de nuevo. Hay que joderse.

Navegador de artículos