Anchoas y Tigretones

Archivo para el día “marzo 14, 2012”

En un cuaderno Moleskine (17) : lectora in fabula

Bronztan por x-ray delta one en Flickr cc

Página del cuaderno encontrada en el rincón de pensar:

«Me gustan el patchwork, los collages, los cadáveres exquisitos. Me gusta la  la coctelería. La contradicción y el imposible maridaje. Y las lentejas con aguacate, los churros en zumo de naranja (¿acaso hay una ley que obligue a tomarlos con chocolate?), también las rayas marineras y los cuadros de vichy. Creo que, por eso, a veces, y sin entrar en ello, simplemente observo el time line de Twitter para ver cómo las líneas confluyen y divergen. Lo diferente y el gregarismo caben en un único pantallazo. Como tantas pestañas de navegador, tantas nóminas desorbitadas y otras decrecidas, tanta necesidad real y tanta snob, el hambre que provoca vergüenza y las dietas que son pasto para el sarcasmo. Claro: hay bombas reales, de humo, sexuales, con nata y crema. Bombas de un día, etiquetas y tendencias, tópicos que se disuelven creando un nuevo modo de medición: lo que dura un hashtag de Twitter. Rápidamente. Haikus, intimidades, reflexiones, retuiteos, todo en forma de papilla digital con tropezones informativos. A mí me encanta. La imposible concordancia, y no por género, entre el exhibicionismo y la contención, entre la pelea barriobajera y el té flemático en una mansión de la campiña inglesa. Sí, es estimulante.  Y no sé por qué esta mañana me he puesto a hacer esta reflexión. Será porque ayer alguien me pidió que resumiese mi vida en los últimos veintitrés años (la leche, tengo un mogollón de pasado a mis espaldas, puedo empezar a pintarme los labios con colores imposibles y tener maneras de millonaria que compra en Primark para ahorrar). Y pensé en los trending topic de todos esos años, en lo que habían durado, en los que se conformaron como tendencia y los que lo hicieron como fondo de armario. Las peleas, que las hubo, los cambios de domicilio, los paisajes a través de las ventanas, las lenguas y sus trampas.  Aún así sigo firmando y reconociéndome del mismo modo. Aunque todo, lamentablemente o o por fortuna, haya pasado tan rápido como las vueltas en tiovivo o los improrrogables «quince minutos más, mamá» de luz antes de irse a la cama.

Y hubo un tiempo en el que no habían pasado tantos años sin ver a alguien. Y no fue pronto demasiado tarde, como decía aquella narradora desencantada de Marguerite Duras. Es que todo ha sucedido a la vez, se ha superpuesto y magnificado, ha crecido. Y lo que queda por hacer. No puedo resumir los años. Ni a mí misma. De esta autobiografía tan dospuntocerista, de este modo de mirar hacia mí y por mí siendo arte y parte. Por ponernos pedantes, lectora in fabula.»

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