Soma y dopaje
Imagen de x-ray delta one en Flickr cc
Estos días pasados, en otros ámbitos, he escrito y hablado sobre hacer acopio de anestesias. Una se imagina un botellón gigante, en el que, haciendo cola, como en esas fotos de la posguerra y el estraperlo, las que documentan guerras mundiales y civiles, veríamos una cola gigantesca de hombres, mujeres y niños recogiendo una dosis en probeta de una soma, un elixir, un narcotizante para seguir. Anestesias, mentiras artificiales que ayudasen a enmascarar la nada, el desconcierto y la angustia de esa página escrita por otros en la que se está convirtiendo el día a día. Quizás estemos disueltos ya en algo que comienza a hacer innecesario el cabrearse, el revolverse, el protestar. O no, es cierto, somos la repera reinvindicativa: la semana pasada -¡somos tan ingeniosos!-hicimos circular imágenes que comparaban torres de un lado y del otro, es que nos cabrea tanto que nos digan que nuestros deportistas se dopan- otra soma, vaya-que hay que levantarse a golpe de click y ponerse la chapita de la selección, la que sea, porque hay que rebotarse contra tamaña maldad.
Reivindicar la calefacción y el material escolar hace que te zurren a porrazo limpio, normal, a quién se le ocurre pedir semejantes cosas. Eres el pedazo de disidente al que la soma no le mola, no le va bien, no le convierte en ese ser dócil y anodino que traga consignas y se las cree. Pero una empieza a pensar también que, cuando lo están haciendo unos adolescentes que tenían que ir al instituto con mantas para no helarse, es que vamos mal. Y sí, es verdad que todo, absolutamente todo es manipulable (véanse las galerías de imágenes y los pies de foto de algunos medios, busquen y comparen y si encuentran más realidad, cómprenla). Pero el frío, el hambre, la pobreza, Haití, los bancos y su pastelera madre, son reales. Aunque sean superados, una y otra vez por nuevos retweets. Y nuestro pasotismo de salón también.
Soy más pesada que un collar de cocos pero es que hay que pensar en Humpty Dumpty y su definición de quién es el que manda. Aunque lo peor es que se declare una crisis mundial en la distribución de soma. Y entonces, a ver qué coño hacemos. Abrir los ojos de una vez, quizás.
Como no podemos, o no sabemos, o no se nos ocurre cómo cambiar las cosas, nos quejamos y tiramos de las oxidadas recetas, de las fracasadas recetas. Estamos, a mis cortas luces, al final de un ciclo. Por desgracia, ahora no toca revolución, porque no hay ideas revolucionarias, ahora toca rebeli. Que es cuando estalla el cabreo acumulado, sin líderes, sin propuestas, sin proclamas. Nosotros todavía no lo sabemos, la policía, que no es tonta, sí lo sabe, está acostumbrada a mirar los movimientos del personal; ya, al menos en Valencia, tiene localizado al «enemigo», que por ahora es menor de edad.
Buena reflexión. No sé si lo has visto en FB, otro comentario sobre educación y soma:
Merece mucho la pena verlo entero.
Un día tiraremos todo o que nos sobra pola ventá: PIB, prima de risco, diferencial, etc., e quedaremos moito máis cómodos e tranquilos. Quizais teñamos xa sitio para tod@s e o benestar non dependa dos problemas alleos e propios.
Paso por paso.
Bicos