Anchoas y Tigretones

La ficción y sus verdades

Hay días, de verdad, en las que una querría cerrar la tapa del portátil y que se quedasen dentro, en un remolino que enfila un sumidero, millones de cosas: los morros torcidos de toda la mañana y parte de la tarde, la mala leche, la adrenalina, la desazón y las malditas memorias. Bien. Pues dejémoslos ahí porque llevo una temporada como el naúfrago de Forges que le decía al compañero :»Un día me voy a cansar, José María, y entonces…».  Desestimando la posibilidad de las huidas, de las maletas abrazando suelos de aeropuertos,  de los paisajes infinitos soñados de postales, no queda otra que quedarse y esperar si escampa. Parece que no, de momento, y que las lluvias torrenciales arreciarán, y mucho.

A veces, por puro acojone mental y cobardía, apetece adoptar la actitud del caracol. Hacerse un nudo cómodo en la concha, esperar a que termine de llover, olvidar que nuestro caparazón es tan endeble como algunas biografías. También es cierto que las retiradas a tiempo, al borde de las tormentas, nos dan ese intermedio ganado para la reflexión. Podemos, mentalmente, esparcir las piezas de ajedrez sobre el tablero y pensar. Mucho.

En medio de todas estas estrategias, de estos paquetes de supervivencia de diseño, casi de los que se venden en el coronel Tapioca, están estas líneas.  No sé si creo en la terapia de la escritura, creo, eso sí, en la distancia y el desdoblamiento, en hablar de una misma desde otro lugar que no es el mío, desde otro sillón que no conozco, desde un entorno en el que puedo ser mucho más incisiva, mucho menos insegura-quizás, quien sabe-, pero sí hablar de las realidades y ficciones de quien soy y no soy, de esa a la que veo en el espejo, a la que guiño los ojos y saco la lengua. ¿Hay personajes que superan o se comen a la persona? No lo sé. Hay quien muere creyéndose Tarzán o Drácula, hay quien se cree césar o diva antes que nada, y quien extiende la red de las imposturas en una compleja tela de heteronimias.  La verdad, aquí, tiene sus mentiras. Ya lo dijo hace mucho tiempo un premio Nobel.

Pero resulta que la ficción puede tener sus verdades, aunque sean impostadas, aunque no puedan palparse. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando el más famoso detective de ficción-con permiso de Mr. Poirot y otros más-es trasladado, dentro de otra ficción mucho más cercana, a nuestras snobs vidas de smartphones , apps y búsquedas en internet.  Veo Sherlock en la tele y me atrapa, además de su encanto tan contemporáneamente nerd,  su elegante abrigo largo sustitutivo del Macferlán,  sus parches de nicotina (cómo te comprendo, cariño) aparcando la cuasioficial pipa.  Y no hablaré de ese Watson que es mi máxima debilidad televisiva.  Gensantísima bendita.

Hasta aquí,creo, el guiño va en una sola dirección. Pero qué difícil es hoy sustraerse a comprobar en Google o en la Wikipedia el origen, características o, incluso, la existencia (en la red, otra impostura) de algunas cosas. Y cuando Watson en un episodio se congratula de las visitas a su blog, una abre de nuevo ese netbook rojo cereza que ha cerrado para no seguir sufriendo y encuentra esto:

The personal blog of Dr. John H. Watson  Oh. Dios mío. Es blogger. No lo puedo querer ya más a este jombre. Un momento: es el blog real de un personaje ficticio. ¿A qué jugamos guionistas o expertos de marketing? A la paradoja, claro. Y, mientras leo las escasas líneas, empiezo a deducir que la verdad, la mentira, los caracoles y las conchas actúan, realmente, como les salen de las mismísmas o de los mismísimos. ¿A que no sabéis cómo lo he comprobado?. Bingo: claro que sí, Sherlock tiene su propia página, a la que ha aludido en varias ocasiones:

The science of deduction  Sus casos, sus pensamientos, sus cosas, qué chiquillo.

Es triste que la realidad nos putee, claro que sí. Pero cómo mola, pero cómo, que lo haga la ficción. Cualquiera de ellas. Cómo comprendo a Irene Adler. I’m Sherlocked!

(Gracias a los enlaces en la página de Facebook de Pequod Llibres de la que debéis ser fans inmediatamente si no lo sóis ya)

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3 pensamientos en “La ficción y sus verdades

  1. «Hay quien muere creyéndose Tarzán o Drácula, hay quien se cree césar o diva antes que nada, y quien extiende la red de las imposturas en una compleja tela de heteronimias.»

    Ainss…

  2. We’re sherlocked too! 😉

  3. Carlos en dijo:

    Se a realidade se obstina, podemos cambiar a nosa mirada sobre ela.
    Bicos

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