Imposibilidades
Imagen de Elvgren tomada de Thepinupdictionary.wordpress.com
Quería empezar este post diciendo algo así como que "el verano me pone el cerebro en remojo". Oh, las trampas del lenguaje. Si corto la frase por el principio, me queda algo así como "el verano me pone" que, además de ser un gran eslogan para Durex, por ejemplo (de nada, community manager aburrido que caigas por aquí, no lo creo, pero por si acaso) es también dar una información que es como poco poética y tal y cual. Sí, el verano, además de los michelines pertinentes pone el cerebro en orsay para algunas cosas, o te lo sitúa en modo surreal y expectante, o te dota de una creatividad pasiva, qué gracia, de esas reflexiones como las de Felipe el de Mafalda. Pensar, por ejemplo, qué bien quedaría algo en un post, o no, pero qué pereza y qué ganas de perder el tiempo. Un tiempo que se va sin primas de riesgo ni hipotecado a la baja, se va y nada más. Como siempre, claro.
En vacaciones desarrollo sin querer una voluntad surreal de letrista aficionada. Más bien de letrista en paralelo. Me entero, por ejemplo, de que llevo escuchando, no me queda otro remedio, una canción de Vetusta Morla dándole otra intención totalmente distinta. Yo he escuchado "como un gato en un ventilador" en lugar de "como un lazo en un ventilador". Un gato en un ventilador es una imagen mucho más cruel y punk, donde va a parar. Un lazo en un ventilador es hermoso, es verano y es tristeza. Pero yo pensaba que el gato en el ventilador era consecuencia, también, de que una de mis partes preferidas en los episodios de los Simpson eran esos entremeses animados de "Rasca y Pica". Y me imaginaba al gato allí, en una crueldad muy de comic, muy subvertida y muy Tarantino y no sé si me hacía gracia, pero me gustaba, caramba. Pero acabo pensando en el mundo así, saltando entre las aspas, intentando esquivar el mordisco a golpe de miedo. Y claro, ya he cerrado de golpe el libro y he vuelto al zumo de periódicos, de noticias lejanas que tienen que importarme más allá de los primeros cinco minutos de indignación (otra palabra que se ha convertido en trampa) y que obligan a cierto tipo de acción. Acciones para las que no vale la excusa del "bello verano". Ni la complaciente procrastinación. Ni "dejar para setiembre".
Y mientras escribo estas líneas escucho una canción deliciosa y estremecedora que habla de mensaje desde el más allá. Y, entiendo "un masaje desde el más allá". Y, joder, me parece perfecto.