
Salgo del cine de ver, otra vez, una historia de padres e hijos. De incomunicaciones, de afectos tardíos, de silencios y compañías, de una vuelta al hogar. Padres que finalizan un ciclo vital e inician otro, de cuenta atrás, de aprovechar al máximo y de ser coherentes, cruzando líneas y abrazando la auténtica sexualidad escondida durante años. La necesidad de saber cómo es la pasión, el vivir cara a cara con la verdad. Y sentir cómo crece la admiración hacia ese padre que adopta, en gran medida, el rol revolucionario que asignamos, sin más, a los hijos. El hijo que lo observa,con una mezcla de sorpresa y orgullo, incapaz él de enamorarse, o aterrado ante tal posibilidad, porque todo, absolutamente todo, ha terminado antes de empezar.
A los hijos nos cuesta imaginarnos a nuestros padres en su faceta de amantes. Podemos ser poco pudorosos con nuestra vida sexual o amorosa, pero la de papá y mamá es terreno vedado, o minado, que pertenece a ese limbo de las cosas en las que no queremos pensar. Habrá quien no tenga esa sensación. Pero pienso que, en general, cubrimos con un velo extraño, de displicencia y dentera, todo lo que tiene que ver con su sexualidad o apetencias, hombres y mujeres al fin y al cabo (de los cuales somos consecuencia, by the way) con nuestra misma biología, con las hormonas revueltas a menudo, y con las mismas, mismas ganas, de llevarse al catre a según quién según el momento. Otra cosa es que lo hagas, claro está.
Y tampoco, porque nadie puede, nos han prevenido o encallecido contra el desengaño, el desamor, la angustia de no querer sentir, el vacío o la incapacidad para enamorarse. Yo no sé si lo que sucede muchas veces es que tenemos una especie de cuaderno de campo de lo que debe ser el amor. Es posible. El amor, el enamoramiento, la pasión y lo televisivamente perfecto, donde no existe el prosaísmo de que se acabe el papel higiénico y donde nadie se deja la toalla mojada tirada en el suelo del baño. Creer en el romance inacabable o constatar que es una entelequia. Esa es la idea. Y me gusta, en esta película, la forma de mostrar cómo somos iguales, distintos, imposibles, incomprensibles y básicos, sencillos y complicados como seres humanos. "Esta era la vida en 1937, en 1950, en …". La misma materia biológica en hombres y mujeres. Los contextos y la piel del tiempo, tan dispares. Y, siempre, las mismas dudas, las mismas trabas, los mismos obstáculos a la felicidad. Y que encontrar a quien te haga temblar en una época, sonreir en todas y acurrucarte en otras,puede ser una lotería. Lo que es absurdo es dejarla escapar. O hacer todo lo posible porque no se quede.
Película: Beginners (Principiantes) Ewan McGregor & Christopher Plummer (no sé cúal de los dos me gusta más. Ewan está tremendo pero mi querencia por el señor Von Trapp viene de la infancia. Cada vez que me acuerdo de él cantando "Edelweiss, edelweiss" tengo instintos poco espirituales, vaya). Gran galería de secundarios, incluyendo a "Arthur" el perro de Oliver (Ewan Mcgregor).
Banda sonora: Hoagy Carmichael, Josephine Baker, Mammie Smith, entre otros. Pero este tema me atrapó