Pares y nones (2)
Llegas a la vida, creces, maduras o como se llame. Entretanto, y siempre entre tanto, nunca antes o después, nunca como resultado de nada, simplemente entretanto, te enamoras. Y empiezas la rueda. El riesgo de convertirse en un yonqui del romance. El de jugar a las sillas musicales y quedarse de pie, estupefacta, sin saber en qué momento te has quedado así, sin sitio, viendo la cara de satisfacción de los que sí han abrochado y se agarran con fuerza hasta que se les saltan los nudillos,al respaldo, a un espacio extraño entre lo que te apuntan y lo que sí quieres. Ahí. También el de no querer otro aire que no sea el que él comparta con la ciudad o el cascarón en el que habite. Las ganas de hacerse un caracol para ser un permanente nudo. Todo. La extraña mezcla del amor.
Las personas, por fortuna, tenemos equipajes. Más pesados, menos, maletas fashion, otras más burdas. Hay que tenerlas. Pasados y personas que nos hicieron temblar. Con los que quisimos comprar todos los helados de Italia y resguardarnos de las lluvias del domingo. A los que hemos herido sin compasión, otras veces sin querer. O al revés. Morir o matar, ese era, a veces, el juego. Otras, nos sentimos perdidos en una de esas carreteras que salen en las películas de David Lynch. Y remendando la piel o tapando el balazo recién recibido con las dos manos.
Las maletas son, a veces, jodidas de colocar en el trastero. Hay parejas que se traen con ellos muchísimo equipaje: novias delicadas, encantadoras, otras cabronas, que de todo hay en botica. Sombras, siluetas que se pueden hacer reales en una mujer de la que no te sorprende que él haya podido estar enamorado o, todo lo contrario, flipas a colorines de que hubiese estado con semejante mentecata (generalmente está más delgada, eso influye en el jucio, let’s face it). Y también tú tienes que colocar las tuyas. Con los dolores, malos rollos y momentos deliciosos. Es un absoluto patchwork. No sé si es mejor, como hacía Barba Azul, colocar todo eso en un torreón y tirar la llave. O no tener, en una larga temporada, noticias de Gurb. O establecer una competición mental para ver quien, después de una ruptura, arregla antes su vida. Y ante un encuentro casual vomitárselo de forma triunfante, "tomatomaytoma". O hacer que él se entere, como quien no quiere la cosa, de que, por ejemplo, tienes a medio mundo detrás de ti pero has decidido emprender el vuelo conyugal con un talentoso compositor sin un duro y esperas trillizos. Por ejemplo.
Me decía alguien el otro día que las noticias sobre los ex son perturbadoras, especialmente cuando uno se siente inferior en esa competición absurda y mental. Espera un hijo, se casa. Le va bien. Aunque todo haya acabado como el rosario de la aurora, mierda, puede sobrevivir sin mí. Pues claro que puede. Y debe. Y quizás muchos deberían aprender a organizar su trastero emocional. Y tirar palante ,coño, que hay muchos peces en el mar. Peces y pezas. Y qué carallo: pensar de vez en cuando que tampoco estaba tan buena ayuda mucho.
(Tuve que poner ese párrafo final porque estaba abrazando peligrosamente el carriebradshawnismo de fin de semana : a woman under the influence.)
Bibliografía recomendada:
Visionado de la película "Two days in Paris" de Julie Delpy.
Banda sonora: "Fuck you", cualquiera,mismamente la de Lily Allen.
Cóctel: Tequila sunrise. O mejor: Sex on the beach.