En un cuaderno Moleskine (9)
Imagen tomada de comically vintage
Decidió recuperar algún garabato de los que escribe cuando espera en los aeropuertos. Y copió estas líneas, que aguardaban, tímidas y acuosas, detrás de un horario de Vueling:
"He dejado la puerta de casa abierta. Le di empujones, golpetazos, la emprendí a patadas con ella, pero nada. No se cierra. Imagino que es empatía con esa persiana que no se cierra del todo, con el grifo del baño que gotea aún, poco a poco, con el alma que se va derramando igual que la mantequilla en la sartén al hacer tortitas los domingos, como ese charquito que rezuman los paraguas abiertos, solitarios y absurdos, secándose fuera de sitio. No puedo cerrar esa puerta porque creo que todo lo que la forma, las bisagras, su cerradura, ese gastado picaporte, tiene una memoria. No quiere encerrar las risas, las discusiones, los planes y las promesas, todo lo que quedó en la parte de dentro. No quiere olvidar. Siempre he creído que los objetos tienen un almacén de recuerdos, un alma informe y escurridiza que les hace permanecer tranquilos, pero que se rebela cuando los cambiamos de sitio o, en uno de esos arrebatos, los regalamos a alguien que los mira con ojos nuevos. Tengo un montón de libros que ahora tiritan por la corriente de aire que entra la por esa puerta que no cierra y están contentos, creo, de que, por fin, alguien los ventile. Tuvieron momentos de desbordante alegría estos días pasados cuando los alabaron tanto, los cogieron y leyeron. Creo que se reían como los niños a los que enloquecemos al hacer cosquillas. Sí, todo, a veces, se da la vuelta sin querer. Los objetos lo saben y lo sabemos nosotros. Para valorar algo, a veces hay que dejarlo marchar. Aunque miremos el hueco que nos dejan con tanta tristeza como ahora. Pero que todo dé la espalda no quita el que la puerta, a la hora de la verdad, sea terca como una mula y no cierre. Y yo me alegro. Me gusta dejar esa puerta abierta. Así, cuando vuelvas, no vas a necesitar llaves".
Llaves no, pero nuevo mobiliario seguro que sí!!! 😉
Creo que esta pájara tendrá que hacer una pequeña inversión en Ikea…
¿Ikea? Vayamos ya, que tengo que comprar un quitacorazones de manzana…
😉
Cando o acoso laboral me levou a vender -quedábanme 30 eruos na conta corrente- polo que me desen, a porta pechou perfectamente. Dentro quedaba unha vida que xa non me pertencía, e alá a deixei, nun pasado que se transforma sen min.
Bicos
Mejor eso que darte cuenta en el avión que dejaste al gato encerrado y sin comida…
El cerrar una puerta es un sinónimo de olvidar, creo que no … mejor es dejarla arrimada, entrebierta para recordar, recodar es bueno, aunque algunos digan, imperen lo contrario. Recordar es repasar y concluir en moraleja. Deja que se airee los libros, y lo que no lo son. Saludos