La reina maga
Empezó desempaquetando el más grande, con la ansiedad idéntica de los ocho años y la ilusión de coronar una cima a golpe de pedal. No era, claro está, la vieja aspiración de la bici rosa con cestita, pero era un precioso estuche de maquillaje con espejo. Abriendo el segundo paquete, el que contenía los cuentos completos de Cheever y el complejo mundo de Amy Hempel, haciendo compañía a una agenda vintage, ya esbozó la sonrisa de quien tiene un trío de ases. Los apartó cuidadosamente y rasgó el papel tornasolado del siguiente regalo. El flamante mp3 con su promesa de gigas y compañías diversas en las sesiones de bus y de gimnasio, tampoco decepcionó. Ni lo hizo la bufanda gris de ochos, a juego con el coquetón gorrito y los guantes, ni las gafas de aviadora, ni los discos relucientes, conocidos y deseados, escogidos con mimo a primeros de diciembre. Nada podía decepcionar porque todo era familiar y sabido. El último mes se había empeñado en tener una mañana de seis de enero como las de antes, con promesas de roscón y chocolate de desayuno, con proyecciones de estrenos e ilusiones de segunda mano. Lo de menos, claro está, era aquella hilera de objetos que se había ido comprando poco a poco, que colocó con mimo en un árbol pequeñito en una sala de estar diminuta, lógica en un apartado apartamento individual. Y mientras extendía el mantel para desayunar un roscón que, tal vez, ya no tuviese sorpresa, se dio cuenta de que ya se había hecho a sí misma el mejor regalo no dejándose llevar por la tristeza que, como todo el mundo sabe y alguien se esforzó en recordarnos, puede llegar a ser un atavismo.
leerte si que es un buen regalo. Besotes
¡Magnífica entrada! Es el relato de un triunfo personal: no dejarse arrastrar por la tristeza. Aunque suene a manido, es fundamental valorar lo que se tiene y no estar lamentándose por lo que no se tiene. En este caso, la Reina Maga tiene un apartamento propio; tiene regalos de su gusto; tiene chocolate e incluso roscón (y si le toca el haba, ¡qué más da!, el roscón lo ha pagado ella de todas formas; tiene un mantelito idóneo para su mesa…y por encima de todo, tiene independencia=libertad, la libertad de elegir. Hay muchísima gente que, guiados por ese ánimo de seguir la corriente, de hacer lo que todo el mundo hace, viven atrapados en vidas que no son las que desean y además, sin la posibilidad de elegir.
¡Enhorabuena!
Admirabel, e conmovedor.
Homenajeando a Luis Sin (un plagio es un homenaje), mi día de Reyes ha sido perfecto gracias a tu preciosa entrada. Sí, leerte ha sido el mejor regalo.
Por fin me han regalado algo hoy, gracias Reina Maga
A miña filla maior tocoulle a faba. Con toda tranquilidade, desapareceu da mesa, e apareceu ao pouco con 17 céntimos, preguntando a quen llos tiña que pagar.
Bicos
Precioso, me ha encantado.
Un crío lindísimo al que adoro llamó a su madre que trabajaba ese día y le dijo: «mamá me tienes que darme dinero porque me ha tocado el haba». ¡Qué rico! (el niño, no el roscón que también)