Anchoas y Tigretones

Archivo para el día “noviembre 17, 2010”

Memorias y desmemorias

 

 Two small boys one in trycicle

 Imagen del archivo The commons en Flickr, archivo de The Powerhouse Museum, Sidney

 

 

 

Para Xosé Antonio López Silva que me descubrió a Coetzee y me regala cafés, cuadernos y tanta amistad. Por cierto: ¿qué pensaría Paul de Man de todo esto?

 

 

Ireneo Funes, el grandioso personaje de Borges, hablaba de su propia memoria como "vertedero de basuras". La gran capacidad de almacenaje memorístico no le servía, sin embargo, para generar un pensamiento adecuado, una recreación moral o política de su entorno porque carecía de la facultad de transformar esa información en conocimiento. Acumulaba datos, insomnios, angustias y vértigos del saber sin vuelta atrás, transformando su cerebro en un admirable palimpsesto que haría las delicias de Genette. Funes era un desgraciado y vivía una experiencia abrumadora: se quedaba con todo,absolutamente todo lo vivido como un tatuaje permanente. Doloroso e incómodo, avasallador e innecesario. Grano y paja. Todo.En "Memento" sucedía todo lo contrario. El bueno del prota  se apuntaba todo en minúsculas y mayúsculas en brazos, vientre y piernas, un ropaje diario, tatuaje casero, pero este de supervivencia. Semejante a ese post-it mítico que hay en todos los despachos y oficinas con tal o cual clave, con ese teléfono copiado al vuelo en medio de una conversación, o el correo electrónico de alguien a quien nunca escribirás porque ya has visto cómo te ha mirado cuando le has pedido su mail. Recuerdos y desmemorias, grabados con dolores y alegrías, desvaídos como la tinta azul de los cuadernos cuando nos mojábamos bajo la lluvia por ir bajo un solo paraguas. 

Tener buena memoria es, como en aquel famoso cuento, "una fuente de dolor". Hay quien para sobrevivir hace tunning del recuerdo y lo recrea de la forma más conveniente. Y hay quien, en una pirueta mágica, se inventa a sí mismo, a sus circunstancias ,e incluso las ajenas, como si tal cosa. No precisa de ser Funes porque crea una autobiografía ficticia. Y se inventa a unos personajes que sí han sido casi reales, pero no lo sabemos, que sí han estado y no han estado allí, que guiñan al lector y también lo putea. Y los entrevista. Pero no lo hace el biografiado. Lo hace otro. Y deja sitio a otras voces, otras narraciones, en un sugerente mosaico de puntos de vista que conforman la anatomía de un personaje, no de un escritor.  No creo que Coetzee  se recree en las antimemorias. Creo que, con su distancia, con ese hilván de mundo ajeno  aposenta sus reales en la media mentira, en la media verdad, en el espejo empañado. Con una estética de obituario, de cuerpo y escritura presente, se va diluyendo en el ropaje de la lucidez, de la ironía, de la silueta . Un personaje que, por tener tanta memoria, la pierde. Que  le hace  un órdago a la desmemoria. El recuerdo es ya olvido y pasa de  Funes a amnésico. Gran momentazo literario.

J.M Coetzee Verano Barcelona: Mondadori, 2010. Traducción de Jordi Fibla

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