Anchoas y Tigretones

Archivo para el día “septiembre 2, 2010”

Robert & Patti

 Chelsea Hotel

Yo ya no sé lo que es y no es una autobiografía. A veces es un  maquillaje al pasado con resultados terribles, casi de nivel del emplasto que lucía Bette Davis en  ¿Qué fue de Baby Jane? Sirve, a algunos, para cerrar heridas; son también cuentas abiertas que siguen generando gastos de mantenimiento. Permiten, así, regodearse en pasada vida social o en las vomitonas que dejaban algunas actrices pasadas de copas en las alfombras del salón. A mí, debo decir que todo esto puede divertirme, pero, finalmente no me conmueve. Lo que me interesa es esa voluntad testimonial de «te lo debía a ti, me desplazo para contar tu historia que es, a la vez, la mía». Aunque sólo sea para que tu nombre, unido al mío, no se pierda jamás.

Leo lo que escribe Patti Smith sobre Robert Mapplethorpe. Siempre ha sido uno de mis fotógrafos favoritos. Por su desgarro, por su fiereza, por su ternura. También porque era morboso y cándido. Por su pura contradicción ; su fantasía y su academia. Él, que llegó a la fotografía por casualidad, que investigó en la pintura, el collage y el dibujo, que babeaba por conocer a Warhol tanto como le incomodaba enfrentarse a  sus éxitos, que representaba como pocos la vida en el filo y que hacía de sí mismo, su vestuario y estilismos una pura performance. Que buscaba un mecenas que le permitiese  explotar en puro arte. Que no sabía por dónde iba a salir, pero que sabía lo que llevaba dentro. Y que sabía que era único. Y me niego a hablar de la palabra más sobada del mundo que es malditismo.

Y apareció una chica desgarbada, que muchos confundieron con un muchacho muy hermoso. Y desde entonces fueron Robert & Patti, daba igual con quien, cómo o dónde. Desde el Chelsea hasta Coney Island. Establecieron un lazo, una cadena, una hermandad incestuosa, una fraternal complicidad, una sexualidad propia, que les permitió conservarse el uno al otro toda el tiempo que compartieron.  Unas veces amigos, otras hermanos, otras amantes. A pesar de «los otros importantes» que hubo en sus vidas. Y sí, hubo esa convulsa, violenta y desgarrada sexualidad de Robert que le llevó a intentar reconocerse en muchos hombres que salieron al paso.Y no hay más que eso, y por fortuna: dos que caminaron juntos por el arte, por el hambre, por la risa, por la confusión sexual, por el miedo y por el triunfo. Muchos años. Y eso que eran unos niños.

Ella le dijo que algún día escribiría la historia de ambos. Y ya lo ha hecho.

Patti Smith Eramos unos niños Lumen, 2010 Traducción de Rosa Pérez

 

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