Anchoas y Tigretones

Urbanizaciones y tragedias cotidianas

Hockney

Una imagen prototípica de una vitaminada y feliz familia norteamericana.  Hay un frigorífico repleto, una cortadora de césped. Un jardín mimado hasta el remilgo. Un perro que ladra, y muy amablemente, sólo al lechero. Columpios y balancines. Niños rubios que juegan al fresbee. Faldas acampanadas, cabellos ahuecados y cenas en bandejas frente al televisor. Cenas de colorines, porque siempre cenan cosas con muchos colores-desde los Simpson a las mujeres de Whisteria Lane (Histeria Lane, debería llamarse)-siempre hay carne, puré, zanahorias, guisantes…una sinfornía armónica de colores. Quizás veamos llegar al marido del trabajo con su camisa de manga corta y su corbata, recogiendo el correo de un buzón de dibujo animado, como los que tenía Forrest Gump en hilera. ¿Por qué la perfección "American Beauty" siempre me parece sobrecogedora? Conduzco cerca de mi casa y veo infinidad de urbanizaciones, de casitas idénticas, sonrientes,  en hilera que podrían corresponder a la descripción anterior. Y veo "Mad men" y sé cuánta genialidad, cuanta frustración, maldad y soledad anida bajo esos impecables dormitorios. Cómo se barre debajo de una alfombra perfecta. Cómo esa basura acaba molestando. Esqueletos en el armario.

Leo a A.M. Homes y su extraordinaria "Música para corazones incendiados". De las mejores representaciones desgarradoras de esa vendida representación de la perfección a la que "debes aspirar"que he leído jamás. Debajo de ese velo, "el velo pintado" de Shelley, estaba toda esa humanidad en estado puro, en su dimensión salvaje de tragedia cotidiana. Con sus deseos reprimidos, con sus vírgenes suicidas, con sus niños de uniforme de colegio chic jugando a chaperos y traficantes.  Me acuerdo de "La tormenta de hielo", de los ojos vacíos de alma de Sigourney Weaver, de la displicente y engreída actitud de Christina Ricci, de la tragedia, otra vez, acechada y acechante.  Como las miradas de esa pléyade de actores y actrices extraordinarios que regalan a partes iguales desesperanza y talento en "Las viudas de los jueves".Y una grandilocuente e imperfecta "solución final". Con sonrisa sardónica en el ojo azul de una piscina y vigilados por tumbonas de lujo. Donde un perdedor es el único que sabe, con la clarividencia y privilegio de los bufones, que todo aquello era mentira, a excepción de su nula condición de proveedor del hogar familiar. Y que si le siguen queriendo es porque supera todo ese horizonte de piscinas y tumbonas. También encuentro realidad y verdad en  el que huye despavorido para que no le engullan, como Laura Brown (¡quiero ser Juliane Moore!) en "Las horas".

Y una acaba pensando que no sabemos por qué la imagen de una felicidad de anuncio de refresco es siempre tan efímera como persistente su recuerdo, cómo los paseos por filas perfectas de parterres pueden descubrir no tesoros, sino sexo furtivo, dolores grandes y pequeños, alegrías turbias o amargas. Y sí, me dan miedo las urbanizaciones, me da miedo esa uniformidad, esa programada perfección. Y creo que son,por lógica, los escenarios perfectos para tragedias de clase media. Media por medio-pelo, claro está. Donde el mundo exterior no existe. Donde no hay conflictos armados, dramas de verdad, terremotos o hambrunas. Y me dan ganas de poner a Iggy Pop ("Lust for life") a toda leche porque todos los personajes de "Trainspotting" me parecen mucho más honestos en su imperfección. En la imperfección obligada que cabe en esas estampas de mentira, en esos mundos de David Hockney en los que yo siempre deseo rasgar el azul imposible de esos cielos californianos para que quien vive debajo pueda respirar.

 

 

Navegación en la entrada única

4 pensamientos en “Urbanizaciones y tragedias cotidianas

  1. Tomo nota del libro de Homes. Sólo he leído de ella «El fin de Alice». Creo que ese cuadro, además, valdría para ilustrar muy bien «El nadador», de Cheever. Por cierto, que alguna interpretación simbolista identifica las sucesivas casas de la urbanización por donde pasa el protagonista con los círculos del Infierno. A lo mejor no van tan descaminados…
    Acabaríamos gritando junto a la barbacoa: «¡El horror, el horror!»
    Biquiños!!!

  2. Princesa Sigrid en dijo:

    ¡Pero cómo me he podido olvidar de Cheever! Plas, plas, plas, dos tortazos virtuales como dos soles. La posibilidad de nadar junto a Burt Lancaster hace que la noche me confunda.
    Lo de la barbacoa me parece una idea genial 😉

  3. En la Naturaleza, un individuo nunca da muerte a otro de su misma especie, porque el entorno natural siempre proporciona al más débil una manera de huir. Por eso, sólo en los zoos se dan casos de «asesinato» entre animales. Y las urbanizaciones son bien parecidas a los «zoos»…

  4. Apunto algunas de las novelas que por aquí se han comentado, ya que otras las he leido y comparto contigo muchas de tus reflexiones princesa. Yo, por ser un ente básicamente imperfecto, tuve una temporada la tentación de pensar que el continente podría suplir el contenido. Enseguida me dí cuenta del error. La perfección muchas veces solamente es una pose que oculta un universo de taras. Abrazos.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: