Despertares (6)
Extendió el folleto encima de la cama. A ver… el rafting no le llamaba mucho, eso de empaparse haciendo piruetas constreñido entre un grupete de jóvenes divorciados en "momentazo Ikea redecora tu vida", no le apetecía demasiado. Otra opción era el puenting. Tenía su punto eso de lanzarse gritando al vacío y colgar de un cordón o lo que fuese aquello. Pero debía ser realista y recordó el día que en las fiestas del Rosario tuvieron que parar una noria por su ataque de pánico. No, eso tampoco. Pero a ver, algo tenía que haber que pudiesen hacer juntos, algo que le situase en el vértice de ser el compañero divertido, sorprendente y arrojado que convirtiese las mañanas de sábado en el preludio de una gran aventura. En un Camel Trophy de ciudad dormitorio, de chalequito con mil bolsillos y navajita suiza. Pero compañero.
Temía no estar a la altura de las altísimas dosis de entusiasmo que ella derrochaba en cada momento. Dejar de sorpenderla. Por eso se le ocurrió lo del fin de semana de deporte de riesgo. Como una manera de sublimar el crisol de adrenalina que ella regalaba hasta en la cola del super. Como un modo pedestre de atesorar el brillo rubio de la dueña de sus horas. La cancerbera de su reloj vital. Ella. La que ahora ronroneaba a su lado adormilada, con el sol de marzo prendido en su piel de sal y algas marinas. Con su risa de campanas salvajes. Con esa geografía insolente de montañas y valles recónditos. Se dio cuenta de que estaba haciendo una tontería. Hizo una bola de papel con el maldito folleto y lo tiró al suelo. No necesitaba brújulas, Tomtom ni Google maps. Porque el riesgo, la improvisación y la novedad comenzaría en unos momentos. Y no sería en el Kilimanjaro. Ni en las cristalinas aguas de Baja California. Ni en Patagonia. La aventura, la mayor aventura, empezaría, como tantos otros días bajo las mantas de una cama, la cama compartida, en un cuerpo conocido, descubierto y adorado. Y todo sucedería , con el rigor y el deseo de lo nuevo, en aquel dormitorio, un día de marzo.
Estou de acordo: nada máis excitante e liberador ca tirarse a porta gaiola nos brazos doutra persoa. Para min, a mellor oportunidade de abrir portas e sacar todo o descoñecido dun mesmo.
Bicos
cajonotrendastres nena, adícate a pasar o ferro e contalo, es morephina pura!
Pronto iría a la busca del «Arca Perdida». Sabía muy bien dónde estaba, a qué sabía, y cómo podía abrirla…
El ser determina la conciencia, decía don Carlos Marx. En tiempos de escasez, aprovechar al límite lo que se tiene en casa. Microcosmos versus macrocosmos.Al mejor arreglo.