Fragmentos de un diario futuro (VIII)
Siempre me has hecho reír muchísimo: tus ideas sobre las relaciones entre hombres y mujeres, tu interés por las vidas privadas de los camareros, cómo te enfadabas cuando hablabas de libros divulgativos, cómo silbabas a todas horas distintas melodías para mofarte de mi pésimo oído. Sí, me hacías reír. Incluso en los momentos de intimidad más solemne, reíamos si nos enredábamos juntos. Muchas veces sin pretenderlo, sólo hablándome de la sorprendente empatía que descubrimos en los ojos del otro, al comenzar frases tú y terminarlas yo, al echar la mano al teléfono para llamarnos al mismo momento, al reconocernos, adolescentes y absurdos, en conversaciones en las que ninguno de los dos quería colgar… Reíamos cuando devorábamos juntos el tiempo. Reíamos cuando hacíamos recuento de instantes infinitos. Me hacías reír al doblar la ropa cuidadosamente sobre la silla, en un dormitorio que era una leonera, colocando así, como en un tablero de ajedrez, los calcetines frente a tu camisa, el cinturón colgando del vaquero, tu mochila al pie y tus zapatos a un costado….Un día dejé de ver tu sombra llegando a mi portal, asomada a mi balcón, pertrechada de sonrisas para gastar y de tiempo para compartir. Y con tantos y a la vez tan pocos momentos de risa, no entiendo cómo hoy, de la forma más rara, me haces llorar.
Escrito agridulce donde los haya. Un calco de lo que es la vida.
La foto es un poco una ironía, porque Harpo, Chico y Groucho solamente pueden hacerte llorar de risa.
Y qué duro es ese momento en el que la risa da paso al llanto y volver la vista atrás, reconocerse en las sonrisas de las fotografías es tan duro como saber que nunca más reiremos juntos.
Aunque la risa dé paso al llanto, al menos podemos reir por haber conseguido juntos momentos de felicidad.
Ay, querida Lorena, sé que puedes mandarme al diablo si te digo que todo eso no sería lo que fue sin la parte final, sin ese llanto. Las lágrimas son parte del juego, porque no hay juego que sin libertad, y no debería haber dolor que nos pueda sacar del juego. Un beso desde la Conchinchina.
«Algunas payasadas no previstas en el número».Groucho titulou así un dos capítulos do seu libro acerca de si mesmo. Nel conta un fermoso suceso onde logo dunha das moitas representacións que facían, él e Harpo logran citarse cunhas mozas. De camiño atopan un vendedor de laranxas e un cartel ofertando 4 dúceas por 40 centavos. Sin dubidalo mercaron as froitas e proseguiron cara a romántica cita. Lonxe das frores, bombóns ou alfaias eles presentaronse coas 48 laranxas. Nun pis-pas abriuse a porta e iniciouse unha batalla campal entre parellas.As laranxas silvaban no aire e, visto o visto, o amor saira voando pola fiestra existindo entón só a cuestión da supervivencia,o reino das trincheiras, a guerra de laranxas. Pechei o libro e fun mercar laranxas o mercado. Coa malla na man entrei na cas en mireime o espello. O meu frondoso mostacho era xa o mostacho frondoso de Groucho pero as gargalladas que él botara non saían da miña boca. Deixei as laranxas na cociña e marchei. Agora sí, logo de un tempo, cada vez que vexo unha laranxa saeme unha gargallada. Ría Groucho, ría Harpo, rían elas e agora ríame eu. Pero, de que nos ríamos. Tal vez eles de eles mesmos, e eu de min mesmo, ou eles de min e eu deles, ou da vida, do amor, das laranxas e da guerra de laranxas. Y ES QUE VAN COMO LOCOS Y LAS NARANJAS LAS CARGA EL DIABLO.
Gracias a todos por vuestros comentarios. Claro que duele, @Catu, pero es parte del trato, como dice @sir John Moore( qué alegría verlo por aquí, por cierto). Y sí, quedan muy buenos recuerdos, pero pesan, sobre todo, cosas que no pudimos decir a tiempo, @Transi, aunque el recuerdo del sol prevalezca sobre esta tormenta. @macho Varón, me he leído de cabo a rabo tanto las memorias como todos los libros de Groucho y no me acordaba de lo de las naranjas…a fool’s game, claro que sí, y las naranjas las carga el diablo. Me daré al GinTroncoso una temporada, me temo….