Fragmentos de un diario futuro (VII) : Cosas que no se pueden evitar
No pudo ser de otra manera. Podría haber sido, pero no fue. Una de las posibilidades habría sido, por ejemplo, mentir a su propia curiosidad, comprarse una bolsa de pipas y quedarse en casa escupiendo las cáscaras de la cobardía. También podía haberse dado el caso de que, efectivamente, la química no hubiese producido esa reacción en cadena que les llevó a morderse el uno al otro completamente, así, nada más llegar. También ella podía haber roto aquel pequeño ticket del supermercado donde estaba anotado un número de móvil y dejar más libres su tarjeta SIM y su memoria corporal. Él, por ejemplo, podría haber seguido explorando la soledad compartida a golpe de mensajes y llamadas telefónicas. Podría haber sido de cualquier manera, pero sucedió de la forma más inevitable en la que sucede todo lo que no se puede evitar.
Duermen abrazados siempre que pueden. Y ninguno de los dos sabe lo que le gusta desayunar al otro. Excluyendo sus cuerpos, claro está. Estaba escrito.
Hay veces que todo fluye como en una corriente de río. Puedes poner presas o embalses pero el agua, por obra y gracia de la gravedad, siempre acaba por llegar al mar. La gravedad de la pasión. Nada lo puede impedir.
No molestemos pues, dejémoslos «dormir».
🙂