Anchoas y Tigretones

Un nuevo curso

Molinillo

Hay días en los que una dimitiría de sí misma. Dice mi desencantado  favorito que "malditos martes". No sé si es cosa del martes, de los biorritmos, de algún que otro desencuentro, o de tener la cabeza en veinte cosas a la vez. Yo, que siempre me he jactado de ser multitarea, empiezo a necesitar una organización digna de la mejor taxonomía o de Google Calendar. Apatía, tontera, ganas de pensar y no pensar, novelas a medias, pocos teclados por placer y la sensación de estar a medio gas. Dice Luis Cao que empezamos a necesitar el orden del nuevo curso. Quizás hemos crecido y vivido con el ritmo marcado por el colegio :meses de horario rígido, ocio salvaje durante tres meses y vuelta a empezar.

Sin embargo, "sin en cambio" que diría algún que otro fisno, el verano siempre aparece como una entelequia tan irrealizable como ficticia. Yo, que no fui veraneanta de pequeña ni turista lingüística que era lo que se llevaba, tenía una rutina muy semejante a la de los meses de cole. La diferencia era que leías todo lo que te salía del moño, ibas a la piscina o a la playa, y también, que no se diga, asistías a algún campamento o acampada organizada. Pero ese horizonte californiano de sonrisas  al sol era una grandísima mentira. Fui también una niña sin pueblo o aldea en la que cambiar de hábitos durante las vacaciones. Mis estíos eran urbanos, en una ciudad en la que muchos se quedaban, pero generalmente se iban los que tú más querías o necesitabas. Entendámonos : no he sido como los chicos de "Barrio", la peli de León de Aranoa. Pero tampoco he surcado mares, corrido miles de aventuras y escalado montañas escarpadas más allá del parque de enfrente de mi casa, la piscina a la que íbamos en mogollón, o los paseos en pandilla hasta más tarde. El territorio por explorar era yo misma. Mucho me temo que lo sigue siendo.

Empieza un nuevo curso, una nueva rutina, una rueda que gira otra vez. Quizás debamos quitarnos de encima esa sensación de tener que hacer nuevos deberes y no dejar nada para setiembre este año. Llevarlo todo al día. Incluso a nosotros.

 

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8 pensamientos en “Un nuevo curso

  1. Los martes siempre me han gustado. Como decía el maestro Pero Grullo: Martes significa que ya ha pasado lunes.
    Besos.

  2. El nuevo curso reaviva en mí la esperanza como si del último día del año se tratase y me fustiga con los pensamientos de todo eso que tengo que organizar…
    El otoño está en el aire.

    Precioso post y precioso comentario de nandi251.

  3. …empezamos a necesitar el orden del nuevo curso…y eso implica tirar lastre del anterior, de los anteriores. Yo creo que aun me queda alguno de la guardería. Guardar ó directamente tirar a la basura (que le den por saco al reciclaje de las ideas) todos esos proyectos que hemos ido acumulando y suman espacio muerto desde hace meses, años, vidas enteras. Y es todo eso, lo que nos hace sentir pesados, hinchados y desganados. Empieza un nuevo curso, una nueva temporada, otro ciclo más…pero hace ya tanto tiempo que no nos evaluan, ni tan siquiera en septiembre, que nos encontramos perdidos, abandonados al pairo de unos ritmos que ya no van con nosotros, aunque nos cueste asimilarlo. Yo quiero reiniciarme, formatearme o defragmentarme pero mi sistema operativo no trae esa opción, ¡hay que joderse!

  4. Nadie habla de la astenia otoñal, pero puedo jurar que existe! 😉

  5. Gracias por lo de favorito, aunque sea dentro del gremio de los desencantados 🙂

  6. Cualquier día, menos un lunes.

    Encantadora reflexión. Llevas razón debiéramos retomar los ciclos circadianos de nuestro reloj escolar.

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