
Le encantaba coleccionar cuadernos:se deleitaba observando las líneas pautadas de las cuadrículas, el perfecto engarce de unas hojas con otras, el olor a nuevo, la linealidad sin estrenar de idénticas páginas. Repasaba lentamente el tacto áspero de las cubiertas, admiraba las ilustraciones, recordaba quien y cómo los había hecho llegar a aquella balda en su estantería. Un buen día decidió que ya estaba bien de ver tantas hojas en blanco: encendió su ordenador y escribió este post.