Anchoas y Tigretones

El dolor de otros

Cabeza durmiente Lucien FreudCuando el desamor convierte una sonrisa en propiedad privada, en una diana para la locura, todo el campo semántico relacionado con el cariño es un insulto. El amor y su carencia deben ser sinónimos de libertad y de vida, siempre. Si nos falta ese binomio, carecemos del sentido más básico de humanidad. Y nos convertimos todos en las peores alimañas si, con un falso sentido del conocimiento, alentamos la perversidad de los que hurgan en el dolor ajeno. La tragedia es privada, el dolor también. El respeto y el apoyo a los que la sobreviven, públicos y solidarios. Y nada más.

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5 pensamientos en “El dolor de otros

  1. Carlos en dijo:

    Cando unha persoa sofre, sofre toda a humanidade; cando unha persoa se libera, libérase toda a humanidade.
    A miña aperta

  2. Que gran post Princesa. por cierto, Anchoas es uno de mis cinco blogs preferidos en el Blogday de este año, que lo sepas 🙂 Enhorabuena a la premiada. Abrazos JB

  3. Princesa, hermosas palabras, como siempre. Ya acabó mi período vacacional de viajes y desconexiones, heme, pues, aquí de nuevo, con la puesta a punto y puesto al día en éste, su blog.

    En cuanto al tema tratado estoy totalmente de acuerdo contigo. Dejen a los demás tranquilos con su dolor.

  4. Nunca te lo he dicho pero me veo con la confianza suficiente para hacerlo. Me encanta el diseño de tu blog pero hay algo que falla. No es la foto de arriba, la de cabecera, que es perfecta, es la calidad con la que está, que se ve mal y pixelada. No sé si tienes la foto con más calidad o la encuentras te recomiendo que la cambies quedará mucho mejor. Un abrazo (no hace falta que publiques este comentario era sólo un mensaje para ti).

  5. Princesa Sigrid en dijo:

    @jeanbedel: no soy digna, no soy digna…Gracias, guapetón
    @Capitán : Mi Capi siempre es bienvenido entre estas pobres letras, la confianza es obvia, y claro que tienes razón. De hecho me estoy planteando cambiarlo todo un poco, a ver cúando tengo tiempo y no me ataca la pereza enorme que se me pone entre las dos cejas de vez en cuando.

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