Normas del buen compañero de tumbona playera
Oh, la playa en el verano. Con sus toallas multicolores, sus madrinas pertrechadas de bolsas de merienda, sus bragas naúticas, sus asambleas de ancianos arreglando el mundo y haciendo kilometraje de un extremo a otro. Días de ensaladilla y bistecs empanados, de bocata comprado a última hora, de chiringuitos salvadores con su griálica cerveza, de "momentos Exin castillos", de ojos entrecerrados bajo la mórbida caricia del sol…Ay qué bonito, pero qué incómodo es todo esto. Los que no somos animales playeros que corremos cual posesos a postrarnos bajo la primera y última rayola del sol y que, simplemente, disfrutamos del hecho de pasar un buen rato, observamos, asimilamos y reflexionamos. Creo que, en vez de cartelería avisando de donde no se puede aparcar, de tenderetes ofertando diversión infantil, de socorristas que bostezan, precisaríamos de un profesor Higgins que, en lugar de dicción, nos recordase, o mostrase por primera vez, los beneficios de comportarse como un ser humano en amable convivencia con los demás. Esbocemos, brevemente, unas líneas del buen compartidor de playa o vecino de toalla playera.
1.- Es dura la incompatibilidad de gustos musicales. Chaval, aunque te parezca increíble, no quiero quedarme patitiesa escuchando a Lady Gaga. Ni a los Violadores del Verso, ni a Carlos Baute (el hombre de la eterna sonrisa)
2.- No entiendo por qué alguna gente usa móvil si, realmente, con su tono de conversación el mensaje llegaría al receptor sin necesidad de ese caro e incómodo canal. Déjenlo en casa por Dios.
3.- Adoro que todas las criaturas menores de una edad y que me van a pagar las pensiones en un futuro jueguen, salten y se regodeen en la diversión con el histerismo propio de una dieta rica en azúcares polisaturados. Pero me toca bastante las narices que el correteo se produzca delante de mi toalla, me dejen cual croqueta Findus salpimentándome de arena tras mi proceloso unte de bronceador y lo que es peor, que a sus progenitores se la sople o incluso les parezca divertido.
4.- Roland Garros, Wimbledon, el Abierto de Australia, la Copa Davis y demás son eventos tenísticos respetables, interesantes y televisados para todo aquel al que le molen. Jugar a las palas en la playa soñando con que somos Rafa Nadal, Federer, las Williams o la saga Sánchez Vicario está muy bien, pero a cierta distancia. Como decía Joan Cusack en "Armas de mujer" a Melanie Griffith:"Yo de vez en cuando bailo en lencería en mi dormitorio, pero eso no me convierte en Madonna". Pues eso. En la orillita del mar, con salero y respeto al público.
5.- Señora: Su hijo o su niña no quieren el bocadillo. La que mira con ojos golositos, servidora, porque se ha llevado unos repugnantes biscotes con triste y doloroso pavo frío, soy yo. No grite insistiendo en la bondad del chorizo o del chopped. La rubia gordita de la lado, servidora, se pone de muy mala leche y le dan ganas de cargarse la soberbia educación que sin duda le están endosando al vástago levantándose, cogiendo el bocata y zampándoselo como una vulgar concursanta de "Supervivientes".
6.- Si vamos a la playa, vamos a la playa. Una cosa es llevar sombrilla y sillita y otra montarse un apartamento. El colmo lo vio en la playa de Miño mi compa Manolo, al ver como unos veraneantes de tienda de campaña sacaban del coche-después, lógicamente de la parrillada, la tele, los colchones, etc. etc-dos piezas de sintasol con dos macetas para poner delante de la tiendecita de campaña que montaban para un único día.
Podría seguir, ya sabéis que soy una antipática con alergia a la convivencia-eso es mentira, pero lo utlilizo como Captatio Benevolentiae para que los que ejercen todas estas actividades se sientan reconfortados, pero es que una tiene un concepto minimalista de la playa. Eso sí, la cervecita del final en el chiringuito, no la perdono ni jarta vino.
Só podemos arranxar o que está en nós mesmos.
Bicos, e sorte.
Lo más raro que he visto en la playa fue un canario en su jaula bajo la mesa de una familia.
Como te entiendo Princesa. Yo, que tengo bastante manía al mundo playero de sombrilla y bronceador, suscribo todas tus reflexiones. A la playa solo un rato, solo con la toalla (si te la roban no pasa nada), y a comer a casita. Eso sí, la cervecita en el chiringuito, eso tampoco lo perdono 🙂