Fragmentos de un diario futuro (V) : Breve Encuentro
Tirar del hilo autobiográfico no sirve de nada cuando el corazón ya ejerce de marcapáginas de una novela con final abierto. Conocía bien la coreografía mañanera con la que segmentaban los treinta minutos de rigor. Dos miradas. Recortaba su figura en el aire cuando estaba distraído, cuando evitaba la interrogación de sus ojos, cuando espiaba la promesa de su escote, cuando dormía como un niño a su lado tras dedicarle todos los versos posibles sin saber escribirle. Era él y sólo él.
El había construido una biblioteca emocional que llevaba su etiqueta: su olor, el posible calor de su abrazo, las sombras internas, la sal de mil veranos en otra piel. Escapando de un posible sonrojo, contabilizaba los árboles que volaban a través de la ventanilla. Y aprendió a soñarla sin dedicarle la risa de sus ojos castaños. Sin mirarla. Sabiendo solamente el espacio que ocupaba en un asiento, en un vagón, en un tren, en una mañana, en un día, mes, año….un lugar en el mundo.
Sería hermoso que algún día uno de los dos saltase al otro lado de la realidad sin miedo.