Anchoas y Tigretones

Equipajes voluntarios

maletasYo hoy tenía previsto escribir sobre algo muchísimo más lúdico-la cabra tira siempre al monte-pero me veo casi obligada moralmente a hacer esta reflexión. Como dice Calamaro al principio de Sin documentos: "Ahí vamos".

El mundo es ancho y ajeno, gran verdad. Pasan las estaciones, llegan y se van las castañas y los granizados, cambian los escaparates, vamos añadiendo nombres a la agenda del móvil o al registro de Facebook, otros registros y teléfonos, muchos, apuntados al vuelo en un post-it amarillo, aparecen arrugados,meses después, en el fondo de un bolso o en un bolsillo de esos pequeñitos que nunca miramos porque no sirven para nada.  Creo profundamente en la selección natural de los compañeros de viaje. Hay personas que llegan para quedarse. Sucede en ocasiones que necesitamos refrescarnos de ellas mismas, tenemos un periodo de penitencia o de aire porque tanta convivencia asfixia, pero luego vuelven,calentándonos el corazón y poniendo al día la memoria de los afectos. Otras, en cambio, son aves de paso. Llegan de forma muy tumultuosa y se instalan en el mecanismo de nuestro aprecio, comportándose como esas modas excesivas que hacen furor y luego desaparecen sin dejar rastro para regocijo de las madres y las hermanas mayores que se han reído de ti y tu gregarismo sin ningún tipo de tapujos.

También hay quien llega y se instala, formando parte de nuestra biología. A pesar de los dolores, de los malentendidos, de las discrepancias en tantas cosas. Pero no imaginamos nuestras vidas sin esos cigarros compartidos, sin esas risas imposibles, sin esas llamadas para hablar de las minusculeces más grandes pero que son el tejido de lo cotidiano dentro de la extraordinaria riqueza que es la comunicación. Y se crean vínculos y canales. De repente, hay resortes automáticos en nuestro cerebro ante determinadas cosas:"esto le gustaría", "esto le haría reir". Y confeccionamos nuestra colección de momentos para proyectarlos en una futura cerveza entre dos, en una próxima llamada o en un encuentro postergado. Y pasan años y meses. Y cada vez que nos vemos es igual de intenso, maravilloso y agradable que "hay que andar de puntillas para no romper el hechizo".

Yo, que soy partidaria de facturar excedentes siempre, no podría viajar en esta vida sin estos equipajes.

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7 pensamientos en “Equipajes voluntarios

  1. peñagrelo en dijo:

    Y hay quien siempre estuvo ahí. En algún lugar de la memoria está el comienzo, pero se confunde con la no memoria porque una no concibe una infancia sin esa companera de viaje.
    Y están primero las meriendas empaquetadas para las excursiones del colegio, que comíamos siempre mejor que en casa porque allí, sentadas en el suelo húmedo e incómodo de algún monte, sabían a amistad.
    Y están luego las mochilas de fin de semana largo o de vacaciones, de vuelta a casa y reencuentro. Algunas veces ya cargadas de desilusiones. Escapadas entre el comienzo
    de curso y Navidades, o justo despues de los exámenes de febrero. Santiago, La Coruna, Salamanca, Valladolid, Barcelona, Madrid… Viajes cortos en busca de alivio a veces, de esa mirada que te conoce y no pregunta. El bálsamo de poder sentir «aquí, un ratito, puedo sentirme en casa».
    Y las maletas cada vez mas pesadas y las distancias más largas. Mares y océanos de por medio y, a pesar de todo, la memoria-no memoria, que es más fuerte que el tiempo
    y que el silencio.
    Maletas cargadas de piedras, a veces de agua, a veces de risas.
    Este post me llega al alma.
    Y mi respuesta, te la dedico.

  2. Carlos en dijo:

    No fondo, esas equipaxes véxoas como parte dun mesmo. Como aquilo que está no corpo e na alma para transmutarse e dar novas variantes en cada paso. A viaxe solitaria, coa compañía dun mesmo.
    Bicos

  3. Y también existen aquellos que se agotan tras una cerveza, que desaparecen como una tormenta de verano, que reaparecen como el granizo de agosto, que te dejan un sabor dulce como la brisa de días de bochorno…

  4. Y esa maleta va con uno vaya donde vaya. Está dividida en múltiples compartimentos en los que se alojan aquellos momentos vividos, sus protagonistas, parte de tu vida compartida. Yo me resisto a echarle el candado. Necesito abrirla de cuando en cuando.

  5. Hay determinados equipajes que llevo cosidos a mi propio costado para que su peso me recuerde que son parte de mí.

  6. Magnífica reflexion, princesa.
    Has elegido la palabra adecuada, para describir cada sensación y cada esencia de lo cotidiano.
    Yo siento haber dejado atrás tanto equipaje. Creo que me lo han perdido. Ahora navego con una mochila a las espaldas deseando reencontrar viejos compañeros de viaje o hacerme más libre para hacer nuevos y llevarlos a buen puerto.
    Encantado estoy de tener en mi listas de favoritos de blog. Gracias por hacer más llevadero este viaje.
    Capitán.

  7. Robert en dijo:

    Bonito post. Uno abre la caja de comentarios, pero despues de leer cosas tan bonitas no sabe que poner. Creo que los comentarios estan a la altura del post….
    Yo no solo soy ligero de cascos, sinó tambien de equipaje, procuro no llevar nada alla donde vaya, quizá la ds si estoy en medio de una partida dificil, pero nada mas.
    Princesa Sigrid, a sus pies.

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