Aprender a llorar
Julio Cortázar en sus Instrucciones para llorar indica que es necesario que "dirija la atención hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un patio cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie nunca". Siguen unas breves recomendaciones sobre la teoría del llanto, de la lágrima y cómo terminarlo. Ojalá pudiésemos seguirlas al cien por cien: de los últimos llantos públicos me han conmovido los de Jesse Jackson, los de una buena amiga en crisis personal y matrimonial, las de los familiares de los militares fallecidos en Afganistán. Pero ya he contado aquí que me sobrecogen mucho más las que se sostienen en ese breve espacio entre la rabia y la pena, la breve o extensa frontera entre el desconocimiento de esa realidad externa que agrede o conmueve. O que está tan interiorizada, forma parte de nuestra biología, de la bioquímica humana de la existencia y conviven en nuestro cuerpo en un maremagnum de hormonas, adeenes y demás.
Eu son chorimiqueira. Me emocionó la sonrisa de un niño con síndrome de Down y que miraba hacia mi collar de muñequitos el otro día. Me miró con amor, con la dulce ternura de la sencillez, del corazón limpio. Me impresionaron las lágrimas de rabia de aquella mujer en Irak, de negro riguroso que gritaba a la cámara de TVE: "Mundo, ¿dónde estás?". Las lágrimas del día después a una despedida. Las que habitan en la ausencia o en el recuerdo. Las que caen encima de un papel de diagnóstico. Las que guardo en mi memoria de ritos. Las de impotencia, rabia, cansancio, hastío… Las que no quiero que veas nunca. Porque no quiero que sepas que lloro algunas veces. Porque me gusta más que mis lágrimas sean de risa, de pura felicidad, también de inconsciencia..Y eso que ya conoces es lo que quiero que tengas de mí. O que las que me resbalan lentamente por el corazón cuando pienso en tus ojos resbalando también por mi cuerpo sean el recuerdo imposible de lo que todavía no has visto…
La foto me la proporcionó P. Gracias por compartir este corazón en la basura…el tuyo es demasiado grande para cualquier contenedor.
La foto no es mía es de un viaje a Londrés de un amigo que, -ya sabes:»es mucho para ti,así que te la regalo»…no se yo si «amigo» es la palabrita adecuada(je,je).Un bico,me encantan los Tigretones.
Bueno, yo te lo comentaba en el Facebook porque como hay tanto fascismo, o, como dice Nexus tanto «capitalismo en torno a la creación», miedo me daba no citar la fuente…Tienes razón, lo de amigo hay que ponerlo en entredicho…Ya te he enviado los flairs. Me alegro de que seas fan de los Big Tigers!!!
As bágoas…unhas exiliadas e poscritas dende hai tempo, bágoas doadas, enchentes de bágoas precisabamos para acadar un pouco de tranquilidade, pero non, gostamos máis de afogarnos coa cara metida na terra e agochar os ollos cando falan de máis, e así nos vai. Eu choro a cotío, unhas veces, as máis, sen querer, pero outras porque sí, porque me da a gaña.
Creo que as cousas cambiarán cando nos decatemos de que a felicidade individual, o benestar e a paz son, antes ca un premio polo que cómpre pagar, un dereito e unha necesidade do colectivo. Nese momento, as nosas bágoas terán acollida, e conducirannos á liberación das pexas que levamos na alma.
Bicos.
Aprender a llorar, qué reflexión más necesaria… Admiramos siempre la entereza; no aceptamos el sufrimiento, ni el propio ni el ajeno… Cuando no lloramos, se nos encoge la fascia, y eso para los fisioterapeutas es un filón…je. Sigue choromicando, princesa…
Por cierto, la imagen es impresionante, me encanta. BIQUIÑOS!
¿Y qué me dices de las lágrimas de felicidad? No se lo digas a nadie, pero a veces, cuando nadie me ve, lloro al escuchar a la Fitzgerald o a la Callas, al leer textos como el que has escrito , o cuando observo a mi hija sin que ella me vea. Espero y deseo que tus lágrimas sean de felicidad y si son de las otras que al menos te sirvan para sentirte mejor. Biquiños.
Hoy me apetece «copiar y pegar». Te dedico esta canción, que es la que me queda. Besos.
He leído en portada,
que han encontrado al hombre que decidió
darle la espalda a su mundo,
construirse uno mejor.
Creyó que debería
quedarse en casa, apagar la televisión,
cerrar ventanas y puertas,
buscar en su interior.
Y se colgó de una pared
a contemplar su cuarto como un cuadro.
Cada día era mucho mejor,
las flores secas no están nada mal.
Un nuevo mundo en el sistema solar
donde ahora brilla el sol.
He leído en portada
que han suprimido toda la programación,
la que nos emocionaba,
algo habrá que hacer.
Y el hombre del espacio interior
se convirtió en el héroe esperado.
Cada día era mucho mejor,
las flores secas no están nada mal.
Un nuevo mundo en el sistema solar
donde ahora brilla el sol.
¿Has escuchado la radio?
No nos queda ni una canción,
todo es vacío y hueco,
ya no hay emoción.
¿Has escuchado la radio?
Ya no ponen nuestra canción,
han condenado al hombre
del espacio interior.
No nos queda casi nada,
tienen la radio y la televisión.
El cambio empieza en tu habitación,
las flores secas no están nada mal,
un nuevo mundo en el sistema solar,
donde ahora brilla el sol.
¿Has escuchado la radio?
No nos queda ni una canción,
todo es vacío y hueco,
ya no hay emoción.
¿Has escuchado la radio?
Ya no ponen nuestra canción,
han condenado al hombre
del espacio interior.
¿Has escuchado la radio?
No nos queda ni una canción,
todo es vacío y hueco,
ya no hay emoción.
¿Has escuchado la radio?
Ya no ponen nuestra canción,
han condenado al hombre
del espacio interior.