Anchoas y Tigretones

Archivar para el mes “octubre, 2008”

Thinking on the road

Hay Travolta and friendsuna serie de cuestiones que merecen un análisis exhaustivo, riguroso y formal por mentes más preclaras que la mía. Debido a diversas circunstancias que no vienen al caso, he pasado esta semana más tiempo en la carretera (emulando a Sal Paradise, On the road) que en mi casa, y esto me proporciona el inmenso placer de crear una nueva etiqueta. Es más, creo que hoy se sientan las bases de una nueva filosofía. Vamos a crear la sección Tesis doctorales que no se han escrito y no se escribirán. ¿Qué a qué viene lo de la conducción? Porque mi reflexión viene sobre el modo de conducir, la escasa o nula educación vial que tenemos todos-conductores y peatones- y el hecho de que el 95 por ciento de los mortales se pase por la cruz de Malta no sólo las más elementales normas de convivencia y sentido común, sino de la seguridad más básica y de la lógica más brutal.

1,. Posible tesis doctoral número 1 :  El uso del intermitente en Galicia: concepto y función. Esta tesis puede tener un título alternativo (un 740 o 246 en argot bibliotecario) que sería o  razones y por qué de considerar el intermitente una forma de tunning. Huelgan las explicaciones. El intermitente sirve para algo. No es solamente una lucecita fardona que está al lado del volante. No, chaval, indica, es para lo que es, para ayudar y ordenar el tráfico y la circulación.

2.- Tesis doctoral número 2: Estética pictórica  en las carreteras: el origen del carril y su derecho a no ser invadido. Una necesidad moral. Ya no digo nada más.

3.- Tesis doctoral número 3: De por qué en las rotondas otrora llamadas glorietas frena el que va dentro y acelera el de fuera. No comment. ¿Será por el horror que producen las estatuas que ponen dentro de las rotondas?

4.- Tesis doctoral número 4: Psicología recreativa en el arte de cruzar la carretera las personas con problemas de movilidad o con edades provectas por zonas de escasa visibilidad teniendo a dos metros un paso de cebra. Todos los malditos días, delante de casa. TODOS.

5.- Tesis doctoral número 5 : Ordenación creativa del tráfico y del aparcamiento por parte de simpáticos jubilados en las zonas metropolitanas: una aproximación. Claro, con la crisis del ladrillo ya no hay obras que ver, con lo que "ayudar" (¿?) a aparcar es interesante

Y aquí os dejo a una mujer que es como un liguero de seda engastado en cuero. Y dedicado a los que nos molan los coches, conducir y despotricar…algún día tendré este coche.

Cuentos troquelados, lecturas y meriendas

Mariuca, la castañeraEl martes pasado, paseando por una de mis calles favoritas de Marineda, me encontré una sorpresa agradable. Vuelven a editarse los cuentos troquelados. No pude resistirme y me compré una reedición de uno de los cuentos que recuerdo con mayor nitidez de mi infancia más "terremota": Mariuca, la castañera. Dibujos de Ferrándiz, que como me pasaba con Hanna Barbera nunca sabré si es un hombre, una mujer, dos señoras estupendas o un cronopio, aunque me da igual. Abro el cuento. Con los hombros cargados de años y ficciones complicadas, la ternura y el olor de este papel, el pijamita que se pone Mariuca, las caritas de los niños que compran  boniatos, la bronca de la dueña del puesto de castañas me conmueven tanto, tanto, que quiero no haberlo leído nunca para leerlo por primera vez. Viajes en la memoria, de meriendas con mortadela, de Nocilla los días de guardar, de programaciones infantiles en las que aprendías a hacer un muñeco con el rollo de cartón del papel higiénico, de Luis Ricardo cantidubidubidubi, cantidubidubida…y de tardes enteras con Stevenson, Salgari, Poe, Louise May Alcott, Walter  Scott  y la inevitable Enid Blyton. Todos mis libros y mis cuentos de aquella época tienen manchas de chocolate y huelen a Mirinda. A los hermanos Malasombra. A Ivanhoe. Pero todo empezó con los troquelados, con las mariquitas recortables, con los discos Dulcigel y la Flagolosina flá. Y parecía lógico generar un hambre de ficción y de lecturas, de seguir los pasos de Arturo, de llegar a Thule, de aceptar el peinado imposible del Príncipe Valiente, de recorrer los Mares del Sur, de la isla de Kirrin y la mítica cerveza de jengibre. Pensionados, internados donde se vivían fiestas de medianoche. Y se jugaba al lacrosse.

Y luego llegó Macondo, el condado de nombre imposible de Faulkner, el sur de Twain, la casa Usher., la Venecia de Thomas Mann, Región y Barcelona. Pero todo empezó ahí. En la capacidad de emoción de una breve historia. A pesar de la moralina que aprecio con mis tristes ojos de adulta. Porque por desgracia, nunca, nunca más volveré a leer Mariuca, la castañera por primera vez.

P.D.Más adelante mi madre me castigó por gastarme 125 pesetas en un single de Miguel Bosé (Super, Superman. Qué buen criterio tiene esta mujer).

Microrrelato, microvida

Abrí aquel tomo y empecé a pasar las páginas. Leí sobre una noche cómplice de lágrimas y sonrisas. Sobre arena y agua de mar bajo el sol del verano. Recorrí las líneas en las que se escondían los adoquines de Viena, los bosques de Somiedo, las luces de la Navidad en la ventana de un apartamento desvencijado. Entre el primer párrafo y el último sentí de nuevo una mano cálida en el cine, vi la bruma y la lluvia del invierno veladamente, entre juegos de sábanas de domingos grises, oí una risa infantil muy lejana, bebí espuma de cerveza en las terrazas de la ría, encontré un yogur caducado en la nevera. Cierro el libro y apago tus ojos. Sin besar tus pestañas y con el alma en jirones, firmé en el colofón, donde señalaba el abogado, la rúbrica triste, de mutuo acuerdo, de este final.

 

Arponera

 Arponera rubia en actitud de descanso

Para Luis, que anda un poco mohíno aprovechándose de su condición de Piscis y de un inoportuno virus estomacal. Me debes una serie de copas salvajes en cuanto te recuperes. También es para Silvia, que me arregla la espalda de vez en cuando y hace que nos riamos de los peces de colores. Otra que también me debe unas copitas. Y para mis amigos tragaldabas a los que dejo que asalten mi nevera en fines de semana con el soborno de una conversación agradable. Y como siempre, para ti, porque quiero tener tus ojos despistados sobre todo lo que escribo. Y porque tenemos el alma en barbecho, así como la comunicación. Y porque me importa mucho, pero mucho, lo que piensas.Aunque no tengas ni idea de cómo contarlo.
Queridos lectores, juro que volveré a mi vena macarra y poco poética en breve, pero hoy he encontrado esto en "tutubo" y no me resisto a ponerlo…La primera cinta, sí cinta, de Esclarecidos me la grabó Nexus hace un millón de años. Y como "La mala rosa" que es una canción que le encanta, no aparece por ninguna parte, pongo a una arponera que es como una Sigrid guerrera y poco complaciente con su condición de eterna novia. Bienvenidos a Thule.

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